Mateo 10, 24 – 33
Todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos.
Los discípulos tendrán que sufrir persecuciones y contrariedades, pero esto no debe impedirles el anuncio del Evangelio. Su mensaje no puede quedar oculto sino que debe salir a la luz, por tanto deben anunciar todo lo que han conocido, vivido y aprendido del Maestro.
Jesús nos invita a confiar en nuestro Padre celeste que nunca olvida ni siquiera a las aves del cielo. Nos exhorta a mirar el bien de la salvación más que el de la vida misma, que es pasajera.
Su Palabra nos lleva además a valorar nuestra propia dignidad al indicarnos el gran valor que tenemos. Nuestra fidelidad hacia él se reflejará en su fidelidad hacia nosotros, por eso si le declaramos con nuestra vida él hará lo mismo ante nuestro Padre que está en los cielos.