Durante la homilía monseñor Ayala destacó la necesidad de dejar las angustias en manos de Dios, porque Él cuida de todos
Néstor Melani Orozco
*Muralista Nacional. Artista Plástico, Dramaturgo, Escritor.
Premio Internacional de Dibujo «Joan Miró» 1987. Barcelona-España.
Cronista de La Grita.
Maestro Honorario.
Doctor en Arte.
Premio Nacional del Libro 2.021
12 de Marzo de 1830
Parece un olvido. Y los maestros indiferentes al momento histórico, mientras La Grita sin saber las semillas de la heredad dejaron borrar tantas memorias y testimonios de una identidad en la defensa del verdadero patrimonio…
Había que abrir los escritos de Don Angel Grisanti sobre la historia del hombre que llevo el estandarte de Atahualpa y del sol de los incas el manifiesto del camino de los Andes de sur América.
En el libro: «El Mariscal que Vivió de Prisa» de Mauricio Vargas Linares describe el momento del arribó a la antigua ciudad de La Grita, con la comisión que mediaria con el General José Antonio Páez en Valencia sobre la división del «Ideario de la gran Colombia» …
Describe como al atardecer de aquel 12 de marzo de 1830. Un regimiento de caballería Comandada por Antonio José de Sucre, General en Jefe y Mariscal de Ayacucho…en compañía del arzobispo José María Esteves, Santiago Aranda, su edecán Coronel: José Ecolastico Andrade, y un estado mayor, y oficiales y soldados que acompañaban al joven militar, gloria de Pichincha y de Ayacucho. Donde llegan a la comarca de los Humogrias, ciudad del Espíritu Santo de La Grita. . .
Entre lluvias en la antigua capital andina de Venezuela. Capital del estado mucho antes que San Cristóbal de Villaquiran.
La Grita se cubrió de impresiones al contemplar el pequeño ejército, que pernotaría, como descanso para proseguir a Mérida, y camino de Valencia. ..
Gabriel Jiménez Eman habla en su libro sobre la misión de Sucre sobre la importancia de aquel último compromiso del Mariscal de Ayacucho, donde pernotó en la Casona del Padre Manuel de la Rosa Andrade i Zambrano, pariente del Coronel José Ecolastico Andrade.
(Aún sobrevive la Casona, en el Barrio Santa Rosa, donde pernotó Sucre y es reseña como monumento nacional, y debe convertirse en valor de importancia a la historia del Táchira)
Y es un testimonio de la historia de sur América, allí descanso el Mariscal durante una semana. Desde el 12 al día 20 de marzo quien emprendieron el viaje por la vía de aguadias, hacia el cañón de Osorio, para remontar a Campo Alegre y detenerse en las Porqueras, en aquella casona solariega de la heredad «Moreno» andaluces agricultores; y un emisario de Mérida les avisó quien por órdenes de Páez, si cruzaban territorio de Mérida serían fusilados…tristes sentencias y ordenes; se moría el sueño del Libertador. Allí, lo describe Fidel Orozco en sus anotaciones, sobre la meditación del Mariscal y su retorno a La Grita…
El Reverendo Fernando José García de Hevia ofrenda junto al arzobispo Esteves, en un Tedeum de Acción de gracias junto al obispo de Santa Marta, en la iglesia de los ángeles del convento, ante el Cristo de los Milagros, quien ya el padre Fernando lo había bajado del Llano de la Cruz a la iglesia del convento… lo describe Rafael María Rosales que el Obispo Esteves le dejó al Santo Cristo, un Ánfora de plata.
Más de regresar camino de San José de Cúcuta, mientras en la ciudad de Tariba, el ilustre Libertador del Perú le escribe la última carta a su General Simón Bolívar.
En Cúcuta Santiago Mariño reta a Sucre a un duelo a muerte, el Arzobispo Esteves medio para evitar el duelo de los dos generales, puesto Sucre aún era imposibilitado de un balazo recibido en su brazo derecho, en Ayacucho. Ya Mariño formaba la deslealtad al padre Libertador…
Sucre prosigue hacia Bogotá. Ya el Libertador se había marchado.
En junio continuó el camino de Pasto, sur de Colombia. Quería dedicarse a su hija: María Teresa y a su mujer la Marquesa de Solanda, pero le esperaba la muerte, en la selva de Berruecos, donde fue asesinado por las crueldades del General Obando, más las traiciones de Juan José Flores.
Lo contó todo su mayordomo Joaquín Caicedo en la tristes horas del 4 de Junio de 1830, cuando Apolinar Morillo en cruce de balas desde los árboles producía la muere al Gran Mariscal de Ayacucho…
Es en La Grita, fue el único lugar venezolano y la última visita a su patria ese día 12 de marzo. Entre el nuevo dolor de América y los malestares de los envidiosos y los intereses y traiciones, después de la gloriosa independencia. Más de amor nuestro pueblo como hecho histórico y patrimonial ; donde será deber enaltecer esta memoria histórica, quien es una afirmación en la existencia del General más leal al ideario de la libertad del continente…
Los abuelos gritenses, describieron de haberse quedado en la casona de las rosas, una chamarra que perteneció al glorioso Mariscal de Ayacucho.
Y en el Archivo de la Ciudad, en un inmenso trabajo de la Periodista y cultora: Jenny González, siendo Directora de Cultura del Municipio Jáuregui, gobierno del Dr. Macario Sandoval, logró publicar en un libro, hechos de La Grita y su Archivo. Allí un interesante dato; de haberse encontrado del año 1830, el juicio a un personaje de origen chino; quien encontraron robando gallinas, estaba el dichoso hombre de Cantón abandonado, este personaje era el Cocinero del Gran Mariscal de Ayacucho …
Tiempo de dolor a la tragedia de borrar el testamento de la Gran Colombia…
Por eso y por nuestros patrimonios este hecho tan memorable, es un testimonio a la vida del hijo de Cumaná y el más digno de los generales de la libertad de América…
Mientras la huella vivirá desde la voz de Bolívar, y siempre estremecerá al continente: «Oh Balazo, Dios Santo que me mató a Sucre. Asesinaron al Abel de América, el Abel de Colombia»…
192 años de la Visita del Mariscal de Ayacucho a La Grita…