“Para superar el miedo, la vergüenza y la pena ante el abuso sexual, la víctima debe ser acompañada de alguien que le brinde seguridad y confianza de que no la van a defraudar (…) Estamos llamados a actuar para evitar cadenas de dolor y resentimientos que conviertan a las víctimas en victimarios”.
Así lo señala el presbítero Joel Escalante, psicólogo y párroco de la iglesia Dios Padre Misericordioso, quien sugiere que se conforme en la Diócesis un grupo de especialistas dispuestos a escuchar y atender a los afectados, en las parroquias, en las escuelas y en las comunidades. Esto como aporte a la prevención de este tipo de delitos en ambientes eclesiales y civiles.
Lee también: Envenenamiento del amor II
Explica que un número considerable de víctimas si no reciben la ayuda necesaria para superar el abuso sexual, pueden convertirse en victimarios: el abusador en muchos casos es un enfermo que actúa por un estímulo orgánico a través del cual drena la rabia, el odio y la venganza reprimida en su subconsciente por haber sido ultrajados, o por frustraciones debidas a rechazos. Por lo tanto, hay evitar una cadena terrible de dolor y de resentimientos.
Considera el presbítero que más que pena, hay miedo a denunciar, de manera que, a la par de la instancia indicada en los protocolos de seguridad, se debe contar con sacerdotes, religiosas y orientadores a quienes la gente pueda acudir. “Las religiosas pueden ayudar mucho en esto por su figura, por el sentido de madre, también hay psicólogos católicos abiertos al servicio de la Iglesia y en este momento, en la Diócesis de San Cristóbal somos cuatro presbíteros graduados en el área” señaló.
Le puede interesar: Cientos de muertos en Malaui por el ciclón Freddy
Reitera que es necesario generar confianza en las escuelas y en las parroquias, pues muchos jóvenes no se atreven a conversar con sus padres por quedar en vergüenza ante la familia; o, se oculta el delito cuando el agresor es cercano o vive en la misma casa.
Agrega que la complejidad del tema amerita también una investigación exhaustiva para descubrir la verdad en cada caso, toda vez que puede ocurrir que se acuse a un inocente.
El planteamiento del Padre Escalante se acopla a la intención de oración del Papa Francisco en el mes de marzo por los que sufren a causa del mal recibido por parte de los miembros de la comunidad eclesial, para que encuentren en la misma Iglesia una respuesta concreta a su dolor. En su mensaje el Pontífice ratifica que “La Iglesia no puede tratar de esconder la tragedia de los abusos, sean del tipo que sean. Tampoco cuando los abusos se dan en las familias, en los clubs, en otro tipo de instituciones la Iglesia tiene que ser un ejemplo para ayudar a resolverlos, sacarlos a la luz en la sociedad y en las familias”.
Ana Leticia Zambrano