“Estamos asediados por un secularismo agresivo y antirreligioso, especialmente anti católico; y el relativismo religioso presente también entre nosotros los católicos; por la guerra de la ideología de género y de la anticultura del descarte humano y de la muerte, promoviendo el aborto y la eutanasia”.
Estos fueron algunos de los mensajes de alerta expresados por el cardenal Jorge Urosa Savino, a los seglares convocados por el Consejo Nacional de Laicos de Venezuela (CNL), reunidos en Caracas, del 1 al 3 de noviembre. Era el Día de todos los santos, una fecha importante para la iglesia católica en el mundo, cuando el arzobispo emérito de Caracas, presidió una misa durante la instalación de la asamblea anual del CNL, a la que consideró “realmente interesante” debido al tema central que motivó la convocatoria: “Los desafíos del cristiano en tiempos de cambio”.
Durante el inicio de su mensaje, hizo un reconocimiento a los asistentes porque “sorteando muchas dificultades de diverso tipo” llegaron de varias regiones, “para participar en este importante encuentro para la vida de la Iglesia en Venezuela”.
Más adelante habló de “los problemas de la corrupción, del deterioro moral, de las injusticias y de la opresión gubernamental sobre un pueblo que cada vez sufre más atropellos”, que se viven en el país, según el documento enviado a El Guardián Católico.
Urosa distribuyó su mensaje en tres partes: primero, al “desafío de la santidad”; segundo, al “reto de la acción en el campo político y social”; y tercero, hacia la “espiritualidad y renovación de asociaciones”, en las que llamó a “considerar y afrontar decididamente” la transformación y fortalecimiento de los movimientos de apostolado seglar.
Sus palabras fueron sencillas y directas. “Especialmente ustedes, que son líderes laicos de la Iglesia, están llamados a vivir esta vocación sublime del cristiano”, enfatizó en la capilla de la Casa Madre Emilia que dirigen las Hermanitas de los Pobres en Montalbán. Para ello se afianzó en algunos textos del Concilio Plenario de Venezuela, precisamente en el documento sobre el Laico Católico.
Igualmente fundamentó su mensaje en las palabras de “el gran San Juan Pablo II”, expresadas el 28 de enero de 1985, cuando “tuvo un maravilloso encuentro con los laicos en la Catedral de Caracas”. Era la primera de dos visitas que el Santo Padre de origen polaco hizo a Venezuela.
“Allí, en un breve pero impactante discurso, subrayó, además del compromiso del laico con la transformación de mundo, dos cosas muy importantes que hemos de tener presente, si queremos tener éxito en promover el compromiso laical con la transformación de nuestra actual realidad”, citaba el cardenal Urosa Savino.
De llamado de Juan Pablo II, extrajo en primer lugar el fomento de una intensa espiritualidad en los seglares. “El Papa en su discurso llamó a los laicos a “crecer en el Señor”. Se trata de fomentar la vida de fe, la religiosidad, la profundidad espiritual y la piedad de nuestros fieles en nuestras comunidades parroquiales y escolares”. Y en segundo lugar, lo que el Papa Viajero denominó: “revitalizar los movimientos laicales”.
Urosa argumentó que en Venezuela “tenemos muchísimos, antiguos, recientes y nuevos, a Dios gracias”. Consideró necesario darles, especialmente a los menos recientes, un nuevo impulso.
“Para ello es preciso animarlos, acompañarlos, apoyarlos a fin de que vivan cada uno su carisma especial, y participen activamente en la vida y en la acción pastoral de nuestra Iglesia en Venezuela”. “Los dirigentes de esos movimientos y asociaciones de fieles”, dijo Urosa, “están llamados a trabajar intensamente en el desarrollo de sus instituciones”.
El arzobispo emérito de Caracas invitó a tener presente y asumir con determinación, “la promoción del laicado en la vida pública del país, su protagonismo y compromiso en la construcción de una nueva sociedad”. “Porque sin una sólida vida de fe, sin una práctica religiosa profunda, no habrá motivación para mantener ante un mundo relativista, materialista y corrompido, los valores de verdad, libertad, honestidad, justicia y paz, del evangelio de Nuestro Señor Jesucristo”.
Ramón Antonio Pérez / @GuardianCatolic