La inserción y el testimonio son dos categorías importantes para que la vida pastoral en la Iglesia dé fruto. La acción social en medio de nuestro pueblo se puede profundizar a través del diálogo que se construye desde la cultura del “Encuentro”.
Promotores
Hoy nos corresponde ir contracorriente frente a la cultura de la eficiencia que provoca descarte. Debemos promover el “Encuentro” que provoca solidaridad y fraternidad entre los ciudadanos y cristianos. Esto nos hace más humanos frente a la mirada del otro.
Ser servidores promotores desde la comunión y la cultura del “Encuentro”, nos permite ser guiados por la verdad que es Cristo, sin dejar de proclamarla. Es necesario alejar de nuestra acción pastoral la lejanía, buscando que haya luz y sol en la vida de las personas.
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Para ello, el documento de Aparecida, nos ha dejado una categoría pastoral de suma importancia, desde la originalidad del Evangelio y que es pauta para evaluar como vivimos eclesialmente: discípulo misionero desde la cercanía y el “Encuentro”.
Cercanía y Encuentro
La cercanía y el encuentro son dos categorías que también hacen presente el modo de estar Dios al lado de su pueblo en la historia de la salvación. Un Dios cercano hasta encarnarse.
No podemos dar prioridad a los principios, conductas y procedimientos organizativos, por encima de la persona humana que es hija de Dios. No podemos dejar de lado la cercanía, la ternura y la caricia diría el Papa Francisco.
La revolución de la ternura que hizo posible la encarnación del Verbo, debe iluminar una pastoral proselitista que, con dosis de distancia, es incapaz de lograr el “Encuentro”, no logrando una inserción eclesial, ni de pertenencia e identidad. La cercanía crea comunión, forma diálogo y crea cultura del Encuentro.
Evangelii Gaudium
La cultura es el corazón de cada pueblo. Hoy estamos llamados desde esta nueva evangelización a construir el bien común, para lo cual es necesario tener un “Encuentro” largo y trabajado.
El nº 220 de la Carta Enciclica “Evangelii Gaudium” del Papa Francisco, nos muestra cómo en cada país sus habitantes desarrollan la dimensión social de sus vidas, buscando que sus ciudadanos se configuren desde la responsabilidad de pertenencia e identidad y no como masa, que se deja arrastrar por las fuerzas dominantes.
Ser ciudadano fiel es una virtud y la participación en la vida política es una obligación moral, pero convertirse en pueblo es mucho más. Esto requiere un proceso de constancia donde cada generación debe involucrarse y aprender a hacerlo para desarrollar una cultura de “Encuentro”, desde la armonía que debe reinar en la pluralidad propia de ser comunidad, pueblo, país.
Mirada social
En este sentido, el desarrollo de la vida social y la construcción de un pueblo se funda en buscar que las diferencias se armonicen en un proyecto común. Este trabajo de convertirse en pueblo, el Papa Francisco lo desarrolla en el IV capítulo de este documento sobre la “dimensión social de la evangelización”.
Francisco presenta cuatro principios que son constitutivos para mirar la realidad desde una mirada de discernimiento. De ellos resalto dos: la realidad es superior a la idea y el tiempo superior al espacio. Francisco nos enseña con este método a mirar los pueblos centrando su mirada en el bien común blindando la paz.
Escuchar
Toda la vida de Cristo debe ser contemplada en clave de llamada. El Evangelio no se mira como quien contempla un espectáculo, sino con el fervor de escuchar y seguir a Jesús sirviendo. Es un llamado a la gracia especial de no ser sordo a su llamada, dando una respuesta desde la alegría de participar con El de su agradable misión.
Pbro. Jhonny Zambrano