Fue en agosto de 1942 cuando una comisión compuesta por Monseñor Rafael Arias Blanco, quien fuera el segundo Obispo de la Diócesis de San Cristóbal, entre otras personas, se organizó para formar una escuela para niños del sector de Barrio Obrero, en la ciudad de San Cristóbal, la cual tuvo ubicación en un local de la calle 12.
Años después, en 1949, el plantel que venía funcionando con el nombre de Pio XII, sección varones, obtuvo su denominación propia al ser matriculado ante el Ministerio de Educación como “Escuela Parroquial Nuestra Señora de Coromoto”, cuyo fundador sería el presbítero Domingo Roa Pérez.
Esta institución ha tenido por más de siete décadas el fiel cumplimiento de los valores cristianos, asistencia a la comunidad, enseñanza del catecismo, la historia sagrada, guiada por los principios netos de la Iglesia, tal y como lo procuró Roa Pérez.
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Este sacerdote buscaba expandir la educación en la población de la región y por ende junto al Obispo pujó la instalación de dicho colegio para que así tanto niñas y niños pudieran recibir clases y prepararse para el futuro.
Su actual director, el docente Gersón Chacón, quien ostenta el cargo desde hace siete años, afirmó que ha sido satisfactorio el poder trabajar en este lugar, donde se han podido formar tantos niños y jóvenes, para ser la generación de relevo del país bajo una educación integral, crítica, humanista, religiosa y ambientalista.
“Ha sido una experiencia grata donde hemos ido de menos a más, donde hemos tratado de mejorar las condiciones físicas, y para ello, hemos logrado una reestructuración, ganar espacios que no teníamos y a su vez mejorar los que estaban”, dijo.
Esto ha permitido que el personal cuente con más lugar donde impartir una formación adecuada, donde los niños y adolescentes tengan un sitio más grande para la recreación, y también equipos tecnológicos que les permitan un mayor aprendizaje.
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Para Chacón El tener un ambiente positivo es importante, es por ello que ha tomado dos aspectos importantes como lo son “cultura organizacional, es decir, todos esos valores que durante años este colegio ha mantenido, principios, virtudes que se desarrollan y que se han ganado con el transcurrir del tiempo como solidaridad, sentido de trabajo en equipo, y estos valores van acompañados de algo que se llama clima organizacional”, indicó.
Esto último se refiere al ambiente de trabajo que se genera cuando todos interactúan entre sí. Cuando el clima se altera, todos se alteran, pero cuando los objetivos se logran, la ganancia es para todos.
“A la hora de tomar decisiones lo hacemos en equipo, es decir, son decisiones colegiadas, lo que genera que haya menos riesgo de equivocarse, también es importante la participación de los padres y representantes, para que así desarrollen un sentido de pertenencia con la institución, pues este colegio no tiene un dueño en particular”, apuntó.
Chacón destacó que el plantel se caracteriza por tener una formación pedagógica permanente y continúa aplicando una didáctica motivadora hacia el aprendizaje significativo, bajo el paradigma constructivista, enfocado también hacia la investigación, la creatividad y la innovación de acuerdo con sus intereses y necesidades para que sean ciudadanos útiles a la patria, solidarios con los problemas de transformación social y comprometidos con la comunidad.
Esto permitirá lograr una mejor sociedad en un ambiente de paz, respeto, justicia y libertad dando respuesta a las situaciones cambiantes de orden político económico, cultural y religioso del país. Además, los docentes tendrán la responsabilidad de prever que todas las acciones generadas dentro del proceso de enseñanza deben tener intencionalidad educativa y fomentar la autonomía cognitiva de cada uno de los estudiantes.
Formación
La subdirectora del colegio, Silvia Villamizar de Camacho dijo que ha sido una experiencia maravillosa, pues se cuentan con un personal muy disciplinado, apegado a los lineamientos, a la normativa, quienes trabajan de la mano para que todo fluya y las actividades académicas se cumplan con normalidad.
“Por ser un Colegio AVEC los cupos son muy solicitados, ya que la demanda es tremenda, pues está claro que la educación en este tipo de planteles es muy buena y trabajamos fuertemente para ofrecer lo mejor a nuestros estudiantes”, apuntó.
El colegio cuenta con un total de 46 empleados, de los cuales 32 son docentes. Alberga a 487 estudiantes, correspondientes desde primaria hasta quinto año de bachillerato.
Villamizar resaltó que, dentro del colegio, la formación integral de los niños y adolescentes estará siempre sujeta a los cambios creativos del futuro desde los ideales, sueños y esperanzas a través de la transformación de las prácticas pedagógicas y en lo socio-afectivo con el apoyo del colectivo directivo, administrativo, técnico pedagógico y la familia.
Es por ello que el personal cada día avanza hacia la excelencia logrando estudiantes activos, proactivos, críticos y creativos en forma integral para que sean propulsores de una sociedad en construcción, democrática y participativa. Partiendo desde una educación endógena, contextualizada, logrando los fines que persigue la Ley Orgánica de Educación.
Con la llegada de la pandemia del COVID-19, sostuvo que lo más difícil fue la adaptación a la educación online, pues por años el personal estaba acostumbrado a la presencialidad, y migrar a la virtualidad fue algo completamente diferente.
“Tuvimos un año escolar completico que debíamos estar de forma virtual, donde no se podía supervisar, por lo tanto, todo se volvió complejo, sin embargo, trabajamos para adaptarnos a ello y cumplir con todos los objetivos en pro de la educación de nuestros niños y jóvenes”, añadió Villamizar.
Reto
La docente Johanna Henríquez, es la coordinadora de pastoral educativa, quien labora desde el año 2014 en el colegio. Relató que trabajar allí ha sido un reto muy exigente, de aprendizaje, pero con una gran satisfacción que le llena el alma.
“Cuando llegué aquí me recibió el padre Lucio. Él era el rector de acá, y gracias a él tengo el trabajo porque tengo que reconocerlo. Gracias al padre Lucio yo tengo este trabajo donde me inicié con ocho horas como especialista y luego fui designada como coordinadora”, acotó.
Expresó Henríquez que la mayor escuela que una persona tiene es la del colegio, pues si bien la universidad demanda una preparación, el trabajo en el colegio es la verdadera enseñanza de todo, esto a través de la planificación y compartir con los “muchachos”.
Aprendizaje
El docente Carlos Alberto Camacho labora en la institución desde 2009. Sostuvo sentirse complacido de formar parte del colegio, recordando que Domingo Roa Pérez es su familiar.
“Todo esto para mí es un aprendizaje, pues en los diversos campos que me he desenvuelto, he ido aprendiendo mucho más, y me gusta poder trabajar aquí, ayudar, y brindar un apoyo en todo lo que se necesite, pues de eso se trata, que laboremos en conjunto en beneficio de este importante colegio que tiene San Cristóbal y la Iglesia”, agregó.
Maryerlin Villanueva