La autoestima se hace evidente en la medida que la persona crece en virtudes, sobre todo en crear y mantener vínculos humanos. Las relaciones en la edad adulta evidencian algunas carencias en la autoestima, que se van reflejando en la ambigüedad de las relaciones interpersonales.
Dialéctica: amo y esclavo
Podríamos visualizar un escenario: aquellas personas que utilizan a otras para sus fines personales en función de sus propias necesidades, es ya una mala vía para confirmar el valor de sí mismo, ya que lo hace anulando al otro.
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En este sentido, el filósofo Hegel expresa en su dialéctica del amo y el esclavo, como la relación del hombre con las otras personas se diferencia de su relación con los objetos; ya que nace del deseo de ser reconocido, es decir, el deseo de que el otro pueda dar testimonio de que es portador de una verdad, siendo esto recíproco por la otra parte.
Sin embargo, al no darse este reconocimiento entra la decepción y la expectativa del otro. Siendo así que el deseo de reconocimiento buscado, puede convertirse en una vía solapada para llegar a ser dueño, propietario de la relación, tratando de someter al otro a las propias necesidades y esquemas interpretativos de las relaciones interpersonales.
Relaciones de parejas
Esta dialéctica expresada por Hegel, está presente en las relaciones de parejas caracterizadas por la posesión, es necesario reflexionar sobre la necesidad de que el otro está llamado a convertirse en la prueba tangible de que cada uno tiene un valor. Algunos tienen necesidad de sentirse aprobados y confirmados, esto hace que se vaya desarrollando un camino cada vez más invasivo y exigente que atrofia y agobia a la otra persona.
El círculo vicioso de la posesión, es devorado por la sospecha de sentirse no valorado o tomado en cuenta, ya esto es un signo de su baja autoestima. Los celos, la sospecha, los supuestos, los entredichos, la imaginación pueden dar paso a manifestar todos estos signos de baja autoestima.
Interrogante y respuesta
La persona puede manipular intereses, pensamientos, sentimientos y la conciencia de su cónyuge, con el único objetivo de ser reconocido y recibir el valor que cree le falta. ¿Puede la relación de pareja producir esto verdaderamente? ¿Puede la estima personal venir del testimonio del otro? ¿Es posible encontrar en el otro el punto de apoyo de las propias carencias no resueltas?
El propio Hegel muestra cómo el otro acaba finalmente abstrayéndose de la mirada posesiva: el amor, en esta dialéctica. Ese amor no puede obtener la conciencia del otro, solo realizarla superficialmente, mirando al otro como objeto, como espejo de la propia exigencia, alejando la posibilidad de que la conciencia íntima del otro pueda abrirse sanamente desde la confianza en su cónyuge.
Sumisión afectiva
En libro “Los cuatro amores” de C.S Lewis, se logra concretar esta forma de “sumisión afectiva”, describiendo la actividad familiar de Fidget (Atareada), tan preocupada por ser útil a sus seres queridos, que ya no es capaz de darse cuenta de que todo lo que hace, en realidad no es para los otros, sino para ella misma, para ser objeto de constante reconocimiento y de ese modo sentirse estimada.
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Es por ello, que estos procesos hacen que el afecto se convierta en una cadena que impide al otro expresar y manifestar sus deseos. Es hacerse con la conciencia del otro, de quien se obtienen palabras y gestos, desde una complacencia acomodaticia. El tema del reconocimiento es ambiguo, porque puede verse al otro sólo en términos de posesión para sentirse confirmado en la autoestima.
Pero, quien ha desarrollado un “sentido íntegro y equilibrado del yo”, es capaz de desarrollar la confianza de emprender relaciones afectivas estables y profundas; es capaz de salir de sí mismo y ocuparse de los problemas y dificultades de él mismo y de los demás: “sabe ser educador respetuoso de la diversidad del otro, es capaz de amistad y amor”.
Recomendación
Es importante lograr separar al otro de uno mismo, para reconocerlo y acogerlo como otro, es un signo de relaciones interpersonales maduras. Por tanto, cuanto mayor y adecuada es la autoestima, tanto mayor será posible vivir relaciones interpersonales estables y satisfactorias con un compromiso total por parte de cada ser humano.
Es necesaria la “fase de la integración”, es decir, la fase de comprender y estar de acuerdo con personas de un nivel intelectual, cultural, afectivo y espiritual distinto del propio, así podrá desarrollar “la empatía” que es la posibilidad de aceptar una “interacción entre el yo y el otro” y no cerrarse en un “yo inaccesible y defensivo con signos de distanciamiento”.
Es clave el éxodo: salir de una situación esclavizante a otra que me asegura libertad en relaciones estables y profundas de autodonación. Así viviremos la síntesis de los mandamientos: “la medida de amor a uno mismo, viene dada por el amor que se profese a los demás”.
Pbro. Jhonny Zambrano