La legión de trabajadores damnificados por el parón de la economía provocado por el nuevo coronavirus sigue creciendo a un ritmo sin precedentes en Estados Unidos. El Departamento de Trabajo anunció este jueves que 6,6 millones de estadounidenses solicitaron el subsidio de desempleo la semana pasada, una cifra que, sumada a los 3.3 millones de la semana anterior, ronda ya los 10 millones de trabajadores en tan solo medio mes.
El dato ni siquiera registra la cifra real de nuevos parados, sino que solo contabiliza el número de trabajadores que han podido solicitar la prestación de desempleo. La cifra total se estima bastante más alta, teniendo en cuenta que muchas webs y números de teléfono para apuntarse al paro se están colapsando estos días por el tráfico inusitado que están registrando. Hasta que comenzara esta crisis, el record de desempleados en una sola semana databa de 1982, cuando se procesaron 695.000 solicitudes de la prestación.
«Lo que normalmente tarda meses o trimestres en producirse durante una recesión está sucediendo solamente en unas semanas», ha dicho la economista jefe de Bank of America Merrill Lynch, Michelle Meyer. El aluvión de nuevos desempleados responde a las medidas de confinamiento decretadas ya por la mayoría de estados desde que California marcara la pauta a mediados de marzo. Según el recuento del ‘The New York Times’, 37 estados y dos territorios han ordenado a su población que se queden en casa para mitigar la propagación de los contagios, una política que afecta a 294 millones de personas.
El registro más bajo
Antes de que la pandemia llegase a Estados Unidos, el país transitaba por el pleno empleo, con una cifra de paro de tan solo el 3.5% de la población activa, el registro más bajo del último medio siglo. La sangría está siendo particularmente acentuada entre los trabajadores de las pequeñas y medianas empresas, según un estudio de la Universidad de Carolina del Norte. Pero el parón apenas discrimina. El empleo en las manufacturas y la industria ha vuelto a contraerse tras haberse recuperado recientemente del impacto de las guerras comerciales de la Casa Blanca.
El presidente Donald Trump firmó la semana pasada un paquete de estímulo masivo aprobado por el Congreso para tratar de impedir el descalabro económico provocado por el parón del consumo y sectores tan importantes para la economía como el turismo, la hostelería, el deporte, la cultura o el espectáculo. El paquete de 2.2 billones de dólares incluye un aumento del subsidio de desempleo, así como pagos directos a los estadounidenses de 1.200 dólares por adulto (1.106 euros).
Uno de los objetivos del estímulo fiscal es evitar una espiral de impagos entre los trabajadores que han perdido sus empleos o han sufrido recortes de salario. Las expectativas no son, sin embargo, demasiado buenas. De acuerdo con las estimaciones de Moody’s Analytics, hasta 30% de los hogares podrían dejar de pagar las hipotecas de sus viviendas si la economía permanence cerrada durante el verano, un porcentaje que equivaldría a cerca de 15 millones de hogares, una cifra sin precedentes históricos.