No basta con leer la Escritura, es necesario comprender su significado, encontrar su “jugo” yendo más allá de la “corteza”, y recurrir al Espíritu que anima el papel. Esto porque “el Espíritu Santo es el protagonista de la evangelización”, tal como aseguró el Papa en la catequesis del miércoles 2 de octubre.
El hilo conductor de esta catequesis sobre los Hechos de los Apóstoles fue la narración que sigue los eventos tras el martirio de Esteban, cuando la “carrera” de la Palabra de Dios parecía haberse detenido, debido a la violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén”:
Después del martirio de Esteban se desató en Jerusalén una violenta persecución contra la Iglesia, muchos cristianos tuvieron que dejar la ciudad y se dispersaron por Judea y Samaría. Esa persecución en lugar de detener la evangelización, la impulsó. Así lo observamos en el testimonio del diácono Felipe que fue a evangelizar las ciudades de Samaría, donde el anuncio de la Palabra estaba acompañado por muchos signos de liberación y curaciones.
No basta con leer las escrituras
Fue durante esa misión que el Espíritu Santo lleva a Felipe a encontrar a un extranjero que se dirigía a su tierra, un alto funcionario de la reina, un etíope eunuco y prosélito judío: un extranjero “con el corazón abierto a Dios”, que leía el pergamino del profeta Isaías:
Felipe se acerca a la carroza y le pregunta: «¿Comprendes lo que estás leyendo?». El etíope responde: «¿Cómo lo puedo entender, si nadie me lo explica?».
Aquel hombre «poderoso pero humilde», explicó el Pontífice, “reconoce que necesita ser guiado para comprender la Palabra de Dios”.
Con el corazón abierto a Dios
Es precisamente aquí donde el Papa centró su catequesis: en el diálogo entre el diácono Felipe y el poderoso etíope, llevándonos a la conclusión “no basta con leer la Escritura», sino que «es necesario comprender su significado”. Y esto porque “entrar en la Palabra de Dios”, es «estar dispuestos a ir más allá de los propios límites para encontrar a Dios y conformarse a Cristo, que es la Palabra viva del Padre”.
El diálogo entre Felipe y ese hombre, que reconoció no entender la Palabra de Dios, nos dice que no es suficiente leer la Escritura, ya que la clave para entenderla se encuentra en Jesús, Palabra encarnada del Padre, que con su misterio pascual le da pleno sentido. El encuentro con Felipe impulsó al etíope a pedirle el Bautismo; al recibirlo lo convirtió en un hombre nuevo y lo marcó con «el sello» de la alegría del Espíritu Santo, fuente de esperanza para su camino.
El Espíritu Santo es el protagonista de la Evangelización
El Espíritu Santo, protagonista de la Evangelización, es quien empujó a Felipe a ir al desierto para encontrar a este hombre. Y fue también el Espíritu Santo, quien tras haber hecho encontrar al etíope con el Resucitado “lo toma y lo envía a hacer otra cosa”:
El protagonista de la evangelización pues, es el Espíritu Santo y ¿cuál es el signo de que tú, cristiana, cristiano, eres un evangelizador? La alegría. También en el martirio. Y Felipe lleno de alegría fue a otra parte a predicar el Evangelio.
Valientes anunciadores del Evangelio
Y ¿por qué la alegría en el martirio? El Papa Francisco había dado una pistal en el inicio de la catequesis: en el libro de los Hechos, la persecución aparece como el estado de vida permanente de los discípulos, de acuerdo con lo que Jesús dijo: «Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes».
Sin embargo, el Pontífice señaló que «la persecución, en lugar de apagar el fuego de la evangelización, lo alimenta aún más». Por eso en su saludo a los fieles de lengua española, haciendo presente la memoria litúrgica de los ángeles custodios, invitó a pedir al Señor que conceda, por su intercesión, “el don de su Espíritu Santo, para que haga de todos nosotros los bautizados anunciadores valientes del Evangelio, dando cabida en nuestra vida a la acción de Dios, que nos hace criaturas nuevas y libres”. (Prensa DiócesisSC)