La Iglesia, en sus 2000 años de historia, siempre ha defendido la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, con una particular atención a las fases frágiles de la existencia. El ‘no’ a la eutanasia y al ensañamiento terapéutico son un ‘sí’ a la dignidad y a los derechos de la persona: incurable no significa in-cuidable
Amedeo Lomonaco – Ciudad del Vaticano
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En su etimología griega, la palabra eutanasia está relacionada a la «buena muerte» (εὐθάνατος). Este término se asociaba en la antigüedad a una muerte sin sufrimiento. El objetivo del médico era conseguir, en la medida de lo posible, que los últimos momentos de vida fueran indoloros. Hoy en día, ya no se refiere al significado original. Se entiende más bien como una acción encaminada a provocar anticipadamente la muerte de un enfermo para aliviar su sufrimiento.
No a la eutanasia y al ensañamiento terapéutico
Según el Catecismo de la Iglesia Católica, «La eutanasia voluntaria, cualesquiera que sean sus formas y sus motivos, constituye un homicidio. Es gravemente contraria a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador» (2324).
Gracias al desarrollo de la medicina se ha hecho posible mejorar la salud y prolongar la vida de una forma que nunca había ocurrido en el pasado y que no podía imaginarse
El Papa Pacelli afirma, que “no es obligatorio utilizar siempre todos los recursos disponibles y que es lícito abstenerse”: esto hace mención al «ensañamiento terapéutico».
Que se conoce como moralmente lícito renunciar a la aplicación de medios terapéuticos, o suspenderlos, cuando su uso no corresponde a «proporcionalidad de la cura».
Juan XXIII, Pablo VI y el Concilio Vaticano II
La eutanasia se sitúa en la lista de las violaciones del respeto a la persona humana y » Cuando atenta contra la vida (homicidios de cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado); cuando se viola la integridad de la persona humana.
Un Ejemplo de ello, son las mutilaciones, las torturas morales o físicas, ofender la dignidad humana, como lo son las condiciones infrahumanas de vida, las detenciones arbitrarias, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes…» (GS 27).
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Juan Pablo II: la eutanasia y la cultura de la muerte
Juan Pablo II señala que la eutanasia, «encubierta y subrepticia, practicada abiertamente o incluso legalizada», está cada vez más extendida. «Por una presunta piedad ante el dolor del paciente, es justificada a veces por razones utilitarias, de cara a evitar gastos innecesarios demasiado costosos para la sociedad. Proponen la eliminación de los recién nacidos malformados, de los minusválidos graves, de los impedidos, de los ancianos, sobre todo si no son autosuficientes, y de los enfermos terminales”.
El Pontífice señala que «es cada vez más fuerte la tentación de la eutanasia, esto es, adueñarse de la muerte, procurándola de modo anticipado y poniendo así fin ‘dulcemente’ a la propia vida o a la de otros». “En realidad, lo que podría parecer lógico y humano, al considerarlo en profundidad se presenta absurdo e inhumano. Estamos aquí ante uno de los síntomas más alarmantes de la ‘cultura de la muerte’».