Aurora Simionato y Marta Miotto – Venecia*
«Entrarán muy en sintonía con esta película, porque estamos promoviendo precisamente la causa del Papa Francisco». Así es como el P. Cyril Odia, salesiano originario de Nigeria, actualmente director del «Centro Santa Catalina» en Maynooth, Irlanda, y productor ejecutivo del largometraje «El Oratorio, la historia africana de San Juan Bosco», ha querido destacar inmediatamente la sintonía que existe entre esta historia y la encíclica Laudato si’. Se trata de una reinterpretación moderna de la figura de Don Bosco y del carisma salesiano en una red de relaciones y paisajes africanos. Una mirada a la situación de pobreza y degradación presente hoy en Lagos, la ciudad más poblada de Nigeria, en la que el cuidado de la Casa común y de la legalidad se revelan huellas de salvación humana y cristiana.
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Nigeria: una tierra de los mil rostros
Situado en la zona centro-oeste de África, dividido en 36 estados, Nigeria, uno de los diez más poblados del mundo, es un país de los mil rostros. Se calcula que tiene 211 millones de habitantes, divididos en unos 250 grupos étnicos, y más de 500 lenguas locales. Aunque no es el país más vasto en términos de territorio, se ha ganado una posición destacada en África Occidental por su dinamismo cultural. Se trata también de uno de los pocos países africanos que alberga importantes agencias de producción cinematográfica, como The Nollywood Factory, productora de «El Oratorio».
Nigeria también sufre un importante desequilibrio económico: según la Oficina Nacional de Estadística de Nigeria en 2020, el 40% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, una cifra que podría aumentar como consecuencia de las dificultades causadas por la pandemia. Todavía resuena con fuerza el llamamiento que monseñor Ignatius Kaigama, arzobispo de Abuja, lanzó desde la parroquia de San Mateo en marzo de 2021: «Dar de comer a los hambrientos es un imperativo ético y una poderosa forma de oración» y la Iglesia está en primera línea para escuchar este grito.
En un país que ya sufre luchas internas, atentados terroristas y secuestros que minan constantemente la convivencia civil y los delicados equilibrios de la política interna, se añade la emergencia medioambiental, marcada en los últimos 50 años por una alocada carrera de extracción de petróleo, totalmente despreocupada del respeto de los ecosistemas y del medio ambiente.
De ser una tierra incontaminada y exuberante, Nigeria se está convirtiendo en un escenario muy preocupante desde el punto de vista medioambiental: los bosques han sido desfigurados por las obras tras el paso de los oleoductos, el aire contaminado por la técnica de la quema de gas (gas flaring) y el agua contaminada hasta el punto de comprometer todo el sector alimentario. En este contexto se inscribe también la obra de los salesianos en Nigeria, comprometidos en la estela de Laudato si’ con la ecología integral, que exige la protección tanto de la dignidad del hombre como del medio ambiente que lo acoge.