Amedeo Lomonaco – Ciudad del Vaticano
La oración es el surco fértil en el que se puede sembrar el espíritu de paz incluso en medio de los horrores de la guerra. Las palabras del Papa Francisco, tras la catequesis, se dirigen al pueblo de Ucrania que sufre, huye y muere en medio de calles pulverizadas por las bombas y el miedo.
Este 2 de marzo, Miércoles de Ceniza, la jornada de oración y ayuno por la paz se entrelaza con las calles y los corazones que imploran el fin de la guerra. También se entrelaza con quienes ayudan y asisten a los refugiados. A los polacos, en particular, el Pontífice les dirige estas palabras: «Ustedes han sido los primeros en apoyar a Ucrania, abriendo sus fronteras, sus corazones y las puertas de sus casas a los ucranianos que huyen de la guerra».
«Les están ofreciendo generosamente -añade el Papa- todo lo que necesitan para vivir con dignidad, a pesar del drama del momento». El Santo Padre recuerda que sus saludos en polaco fueron leídos por un fraile franciscano ucraniano. «Sus padres en este momento -recuerda Francisco- están en refugios subterráneos para defenderse de las bombas en una localidad cercana a Kiev. Pero este fraile -añade- está aquí con nosotros». «Acompañándolo a él, acompañamos a todo el pueblo que está sufriendo los bombardeos, a sus padres ancianos y a tantos ancianos que están en la bajo tierra para defenderse. Llevemos en nuestros corazones el recuerdo de estas personas».
Imploramos la paz para todo el mundo
La Cuaresma y la paz es el binomio que acompaña a las palabras del Papa en su saludo tras la catequesis. «Nuestra oración y el ayuno serán una súplica por la paz en Ucrania», afirma Francisco al saludar a los fieles francófonos, «recordando que la paz en el mundo comienza siempre con nuestra conversión personal, siguiendo las huellas a Cristo».
«Deseo a todos que el camino de la Cuaresma, que iniciamos hoy con la oración y el ayuno por la paz en Ucrania -añade el Pontífice saludando a los peregrinos de lengua inglesa- nos lleve a la alegría de la Pascua con los corazones purificados y renovados por la gracia del Espíritu Santo». «Comencemos esta Cuaresma con espíritu de penitencia y de oración – agrega el Papa saludando a los fieles de lengua alemana- para implorar la misericordia de Dios sobre nosotros y la paz para el mundo entero». Finalmente, al saludar a los fieles portugueses, el Santo Padre exhorta a pedir intensamente al Señor «el don de la paz».
Un pueblo en fuga
Más de 450.000 personas -informan fuentes gubernamentales polacas- han entrado hasta ahora en Polonia desde Ucrania.
Otros países especialmente implicados en la ayuda a los ucranianos en estos dramáticos días son Rumanía, Moldavia, Eslovaquia y Hungría. Las Cáritas de estos países están en primera línea en la organización de la acogida.
Los flujos se componen principalmente de mujeres, niños y ancianos. En Polonia, las agencias diocesanas de Cáritas han puesto a disposición 2.500 camas y han activado a voluntarios para apoyar a las familias alojadas en los centros creados por las autoridades públicas. Las iglesias católica y ortodoxa de Rumanía acudieron en ayuda de los refugiados desde el primer día de la guerra. En la República de Moldavia, Cáritas abrió tres centros con 500 camas para acoger a los refugiados. También Eslovaquia ha acogido a miles de refugiados: «Los que llegan a Eslovaquia», informó el Ministerio del Interior eslovaco, «son principalmente mujeres y niños, ya que los hombres de entre 18 y 60 años están sujetos a la movilización general y, por tanto, obligados a permanecer en Ucrania para luchar».
Por último, el gobierno húngaro anunció que acogerá a todos los refugiados que lleguen de Ucrania.