El Papa Francisco, al dirigirse a los participantes en la plenaria de la Pontificia Academia para la Vida, les recordó que la crisis provocada por la pandemia, ha hecho resonar con más fuerza «tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres» (Laudato si’, 49). Y no podemos ser sordos a este doble grito, dijo, debemos escucharlo bien. Ante la crisis que estamos viviendo el Pontífice sugirió que no debemos desperdiciar la oportunidad de “escuchar atentamente la situación, para poder favorecer una verdadera conversión y llegar a decisiones concretas para salir mejores de la crisis”.
La interpendencia entre la familia humana y la Casa Común
Tras recordar que el horizonte de la salud pública, permite enfocar aspectos importantes para la convivencia de la familia humana y para el fortalecimiento de un tejido de amistad social, el Papa señaló además que la crisis pandémica ha puesto de manifiesto la profunda interdependencia entre nosotros y entre la familia humana y la casa común. Sin embargo, afirmó que las sociedades especialmente las de Occidente, “han tendido a olvidar esta interconexión. Y las amargas consecuencias están ante nuestros ojos”. Por lo tanto, el Papa pidió con urgencia que se invierta en “esta tendencia perjudicial en este periodo de transición, y esto puede hacerse mediante una sinergia de disciplinas”, como la biología e higiene, medicina y epidemiología, pero también economía y sociología, antropología y ecología. Con el objetivo dijo, no sólo de “comprender los fenómenos, sino también identificar los criterios tecnológicos, políticos y éticos de actuación en relación con los sistemas sanitarios, la familia, el trabajo y el medio ambiente”.
El Santo Padre manifestó que este enfoque es especialmente importante en el ámbito de la salud, “porque la salud y la enfermedad están determinadas no sólo por los procesos de la naturaleza, sino también por la vida social”.
Sin embargo, dijo que no basta con considerar la gravedad de un problema para que “llame la atención y se aborde de este modo”, en el mundo, el Papa señaló que hay problemas muy graves de salud, pero se ignoran “por falta de un compromiso adecuado”, como ocurre con “el impacto devastador de ciertas enfermedades como la malaria y la tuberculosis: el mal saneamiento causa millones de muertes evitables en todo el mundo cada año. Si comparamos esta situación con la preocupación causada por la pandemia de Covid-19, vemos que la percepción de la gravedad del problema y la correspondiente movilización de energía y recursos es muy diferente”.
Más responsabilidad hacia los demás
Francisco afirmó además que es necesario aprovechar de la coyuntura histórica que estamos viviendo en tiempos de pandemia, para tomar conciencia de lo que significa “ser vulnerable y vivir en la precariedad a diario. De este modo, también podremos responsabilizarnos de las graves condiciones en las que viven los demás y por las que hasta ahora nos hemos interesado poco o nada”. En muchas partes del mundo, “no sólo faltan vacunas, sino también agua potable y el pan diario”.
Por lo tanto, señaló, el compromiso de una distribución justa y universal de las vacunas debe ser bienvenido, pero debe tener en cuenta el ámbito más amplio en el que se requieren los mismos criterios de justicia para las necesidades de salud y de promoción de la vida.
“Considerar la salud en sus múltiples dimensiones y a nivel global ayuda a comprender y asumir responsablemente la interconexión de los fenómenos. Y así podemos observar mejor cómo incluso las condiciones de vida, que son el resultado de opciones políticas, sociales y medioambientales, tienen un impacto en la salud de los seres humanos”.
La vida y la salud son valores fundamentales
Hay grandes desigualdades en diferentes países entre la esperanza de vida – y la esperanza de vida saludable – dependen de “variables como el nivel salarial, la cualificación educativa, el barrio de residencia incluso en la misma ciudad”, manifestó el Papa, añadiendo que la vida y la salud son valores igualmente fundamentales para todos, basados en la dignidad inalienable de la persona humana. Sin embargo, dijo, “si esta afirmación no va seguida de un compromiso adecuado para superar las desigualdades, aceptamos de hecho la dolorosa realidad de que no todas las vidas son iguales y la salud no está protegida para todos de la misma manera”.
Apoyar iniciativas hacia una gobernanza global
Ante el riesgo de nuevas pandemias, el Pontífice pidió que se apoyen iniciativas internacionales que crean una gobernanza global para la salud de todos los habitantes, por ejemplo, dijo, las recientemente promovidas por el G20. Estas iniciativas, son un conjunto de normas claras y concertadas a nivel internacional que respeten la dignidad humana. «La Pontificia Academia para la Vida también puede aportar una valiosa contribución en este sentido, sintiéndose compañera de otras organizaciones internacionales comprometidas con el mismo objetivo. En este sentido, es importante participar en iniciativas conjuntas y, en su caso, en el debate público. Ello exige, naturalmente, que, sin «diluir» el contenido, tratemos de comunicarlo con un lenguaje adecuado y con argumentos comprensibles en el contexto social actual, para que la propuesta antropológica cristiana, inspirada en la Revelación, pueda ayudar también a los hombres y mujeres de hoy a redescubrir «como primario el derecho a la vida desde la concepción hasta su fin natural». Por ello, dijo por último, debe verse con buenos ojos el estudio que vuestra Academia ha realizado en los últimos años sobre el impacto de las nuevas tecnologías en la vida humana y, más concretamente, en la «algoritmia», de manera que «la ciencia esté realmente al servicio del hombre, y no el hombre al servicio de la ciencia». En este sentido, animo a la labor de la recién creada Fundación renAIssance a difundir y profundizar en el Rome Call for AI Ethics, que espero sinceramente que sea apoyado por muchos».