En un videomensaje, Francisco se dirige a los representantes de los episcopados, las órdenes religiosas y los profesionales laicos que, procedentes de 20 países, se reúnen en Varsovia del 19 al 22 de septiembre en la Conferencia Internacional sobre la Protección de menores y los adultos vulnerables para las Iglesias de Europa Central y Oriental. El Papa señala los errores cometidos, pero sobre todo anima a verlos como un tiempo de vaciamiento que abre nuevos horizontes.
Ciudad del Vaticano
“Me alegra darles la bienvenida ahora que se encuentran reunidos para reflexionar sobre la respuesta que la Iglesia está dando a la crisis de los abusos sexuales a menores por parte de miembros de la Iglesia, y sobre los modos en que la Iglesia puede responder más adecuadamente a esta conmoción gravísima a la que nos enfrentamos”: comienza con estas palabras el videomensaje que el Papa Francisco dirige a los participantes en la Conferencia Internacional sobre la Protección de menores y adultos vulnerables para las Iglesias de Europa Central y Oriental, que se desarrollará desde mañana 19 hasta el 22 de septiembre en Varsovia. «Nuestra misión común es proteger a los niños de Dios» es el tema del encuentro internacional organizado por Comisión Pontificia para la Protección de los Menores y la Conferencia Episcopal Polaca, y sobre el cual se confrontarán obispos, sacerdotes, superiores de congregaciones religiosas, psicoterapeutas y expertos laicos, intercambiando experiencias con el objetivo de poner en marcha acciones conjuntas.
Afrontar la verdad y escuchar la llamada de las víctimas
El Papa cita un discurso de dos años atrás en el Encuentro de los líderes de las Conferencias Episcopales del mundo sobre la protección de menores en la Iglesia, en febrero de 2019 y el aliento expresado entonces a fin de que “el bienestar de las víctimas no se dejara de lado en favor de la equívoca preocupación por la reputación de la Iglesia como institución”. Por el contrario, – asegura – sólo afrontando la verdad de estos comportamientos crueles y buscando humildemente el perdón de las víctimas y los sobrevivientes, la Iglesia podrá encontrar su camino para ser de nuevo considerada con confianza como un lugar de acogida y seguridad para aquellos que lo necesitan”.
“Nuestras expresiones de contrición deben convertirse en un concreto camino de reforma”, precisa a continuación el Pontífice, explicando que esto servirá “tanto para prevenir ulteriores abusos como para garantizar a los demás la confianza en el hecho de que nuestros esfuerzos conducirán a un cambio real y fiable”. De aquí su invitación: