Néstor Melani Orozco
*Muralista Nacional. Artista Plástico, Dramaturgo, Escritor.
Premio Internacional de Dibujo «Joan Miró» 1987. Barcelona-España.
Cronista de La Grita.
Maestro Honorario.
Doctor en Arte.
Premio Nacional del Libro 2.021
Muy lento como si los acordes del tiempo percibieran las eternidades y de estas calles inclinadas de La Grita donde los panaderos crearon las purezas entre harinas y las talvinas.
Y dejaron huellas a través de los años…
Mientras de amor y dolor Clemente, el dichoso vendedor de Almojábanas cruzaba las esquinas con su cesta llevando los panes del almidón como herencias sefarditas venidas en siglos, desde los evangelios o desde Pamplona la nueva y de España muy vieja.
Así vio la ciudad de la Columna centenaria del Calvario y de las dos iglesias al vendedor de Almojábanas, y sobre el atrio de la catedral; la basílica del Espíritu Santo, con un corazón románico y neo griego guarda de l a reliquia del hermoso Crucifijo de Tadea, allí entre la plaza Bolívar; los amigos compraban las delicias más gustosas de la dichosa Panadería «La Favorita» de la calle Real de los Angarita y como visiones del corazón Clemente, muy humilde, se hacia la señales de La cruz al saber de sus ventas del maravilloso pan árabe…
Cuantas veces en el sendero de la calle Miranda con el vendedor y de encantos la popularidad de los años desde las memorias de las descripciones, y relatos de la divinidad en las Almojábanas, como ceremonias también para invocar las eucaristías…
Así vimos de esperanza a Clemente, el vendedor de Almojábanas en su caminar y entre sus oraciones y las lágrimas; Toda su verdad desilusiones inmendas…
Un día de encantos se fue Clemente. Había un cielo, y desde lo celestial dijo oraciones a sus credos y entre las alacenas se quedó la canasta donde en tanto el caminar vendió sus almojábanas.
Más de estas esencias de los recuerdos, siempre quedó el testimonio del hombre bueno…
Ahora sobre la mesa de la fiesta del domingo habrán Almojábanas con la eternidad de aquella
Grita de los panaderos…
Pan de Amor, porque Dios guardó silencio!