La época de Navidad es un tiempo para el reencuentro de las familias y amigos. Y estos momentos de fraternidad transforman la atmósfera apacible de estas localidades andinas en algarabía y esparcimiento. Los habitantes disfrutan diferentes juegos tradicionales y didácticos, así como competencias que van acompañadas con música de parrandones y aguinaldos.
En diversos pueblos del estado Táchira como Seboruco, La Grita, El Cobre, San Antonio y Ureña, se llevan a cabo juegos de antaño como la popular carrera de costalados, armar un runche, jugar metras y el huevo en la cuchara, con participantes de todas las edades.
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También destaca la bola candela que consiste en amarrar trapos con forma de pelota y luego la impregnan de querosén para prenderle fuego y patear la bola. Sin embargo, en algunos lugares se dejó de practicar por su peligrosidad.
A la lista se suma el toro candela, juego en el que se diseña un armazón semejante a un toro con cabillas y cueros desechados, y con los cachos encendidos para envestir a aquellos que lo pretenden torear.
El cronista del municipio Bolívar, Omar Villamizar, explicó que los dos últimos mencionados dejaron de practicarse en la frontera colombo-venezolana debido a su peligrosidad. Mientras tanto, en el mes de diciembre se lleva a cabo el concurso de pesebres callejeros, encendido de velas el 7 de diciembre y paseo de muñeca Doña Úrsula.
Además, se lleva a cabo la burrita, un paseo con Papá Noel y quema de año viejos que son realizados por las comunidades de diversas temáticas. Algunos son pequeños, pero otros superan hasta los 3 metros de altura.
Zona de alta montaña
El cronista del municipio Jáuregui, Néstor Melani, en unos de sus escritos manifiesta lo siguiente: “En la fiesta de Nochebuena, tamborilero el árbol de grabadas. Del alma las tradiciones que se quedaron en las huellas católicas de España Vieja, con vino tinto de las abuelas y almojábanas hechas de almidón. Siempre una estrella en el cielo, recortada en papel hojilla y desde un lienzo aquella luz de Belén se envolvió de ensueños, porque Dios nos derrama bendiciones en un corazón de seda.
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Y desde la calle de piedra los niños jugaron al trompo mientras los cordeles se usaron para las ceremonias benditas junto a las ventanas de arcilla que resistieron en el pesebre, donde vimos a los viajeros globos de colores conquistando las noches; muy detrás de las plazas del pueblo junto a las retretas con sus músicos alegrando en el medio paso de las muchachas entre pañuelos amarillos y cintas verdes, para el viaje de las palmeras y el sonar de las campanas alegrando las edades de Jesús, hijo de María, venido de las estrellas”.
“Es recordar al anciano bajando del Tamá con su carga de regalos para el niño humilde o la casa del barrio, desde el maraquero de la aldea hasta la mujer del mercado. Con este padrenuestro escrito en la pared de la casa del poeta. Así se curtió de encantos aquellas noches buenas con el delirio de los panaderos y la carreta llevando al Toro Candela en la Plaza Mayor donde hubo sonares de morteros y del Alba las misas del aguinaldo a los recuerdos y de las fábricas de papel en los pesebres entre el amor y el tiempo”.
En las «Locas» de San Rafael de Cordero para brindar con ditamo real las fiestas de diciembre y esperar desde los páramos andinos tachirenses a tres reyes magos en el portal de Capacho, junto a las dos lunas y de harinas el pan con quesadillas de La Grita, más del rojo río Torbes. De los cantares de los aguinaldos con San Cristóbal hecho una ceremonia de la alegría de Nazareth, para entender al carpintero de los adoquines del barrio de Piedra Gorda con tinajas de barro y galletas de Pregonero, con miel de Peribeca y cestas blancas de Palmira junto a los libros de una noche por fin de la Paradura del Niño. Dicho en los «Pueblos del Táchira» de Luis Felipe Ramón I Rivera.
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Junto al violín de Queniquea y las hojas de salvia de Táriba. En los dibujos de Hericelio Arellabo en San Simón. Desde el pesebre de Antonio Velasco en Llano Largo por la centenaria carretera Trasandina, con las semillas de los azafranes y de Colón el ritual de los signos rupestres para abrir el lugar donde José Gregorio Hernández dictó consultas a los pobres de la tierra.
Hasta el tren de La Fría, llegando de multitudes, y Seboruco en el pesebre de las piedras rojas, con Medarda santa viendo parir a una mujer con la humanidad de un Dios escrito en los versos. Es la navidad del río Táchira con San Antonio de dulces de lechosa y Rubio entre viajeros en un sonido de flautas.
Como de Táriba, la virgen, y La Grita con su madero barroco. De Santa Ana de las plegarias y del azul la eternidad. Es meditar por la paz del mundo junto a las romerías cristianas e implorar la fe de una patria, camino sagrado de la esperanza.
Maryerlin Villanueva