La Iglesia Universal dedica el noveno mes del año a la reflexión sobre la importancia y significación de la Biblia. La designación de este tiempo obedece a que el 30 de septiembre se celebra a San Jerónimo, quien realizó la traducción de las Sagradas Escrituras del griego y el hebreo, al latín.
La celebración tiene como finalidad motivar a los creyentes a conocer y valorar la Palabra de Dios, pues esta es, junto con la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, la fuente del conocimiento sobre la historia de la salvación, que tiene como centro a Cristo.
“La fe nace de una predicación, y la predicación se arraiga en la palabra de Cristo” (Romanos 11, 17), Esta es la frase con la cual San Pablo explica que la Palabra de Dios es la forma de conocer a Cristo y por lo tanto amarlo y hacer su voluntad.
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En este orden, el catecismo de la Iglesia Católica refiere en el numeral 104 el valor de la Palabra: “En la sagrada Escritura, la Iglesia encuentra sin cesar su alimento y su fuerza (cf. DV 24), porque, en ella, no recibe solamente una palabra humana, sino lo que es realmente: la Palabra de Dios (cf. 1 Ts 2,13). «En los libros sagrados, el Padre que está en el cielo sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos»
La misión evangelizadora se fundamenta en la transmisión e interpretación de la Sagrada Escritura, una tarea que es realizada en forma permanente por el Pontífice, el presbiterio, los misioneros y los laicos. Iraima García es integrante de la fundación Verbo y Vida Táchira, una comunidad perteneciente a la Iglesia Católica que tiene como misión proclamar la palabra de Dios a través de los medios de comunicación social.
García participa en la Fundación desde hace 21 años y actualmente es coordinadora del grupo de mujeres. Agradecida por la experiencia de servir a Dios a través de la difusión de su palabra, comenta sobre la importancia de la Biblia para los católicos.
Escrituras
Inicia diciendo que la Biblia, “es una biblioteca de escritos inspirada por el Espíritu Santo, por lo tanto, es palabra de Dios en palabras humanas, que recopilan canónicamente la historia de la salvación y nos llevan a la experiencia de vida eterna en Jesucristo”.
Explica que es importante comprender que “leer la biblia no es solo la posibilidad de leer una biblioteca, sino de lograr por medio de ella, el encuentro con la persona de Jesucristo vivo, como dice el evangelio de San Juan, la palabra se hizo hombre”.
La Biblia que conocemos hoy día, es el texto traducido al latín por San Jerónimo aproximadamente en el año 382, a petición del Papa Dámaso. En aquel momento recibió la denominación de Vulgata, que significa “edición para el pueblo”. Jerónimo decía que quien no conoce la Sagrada Escritura, no conoce a Jesucristo.
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Cabe acotar que, en 1979, la Santa Sede publicó la Nova Vulgata, luego de una revisión y ajuste de traducción para concordar con los textos modernos en hebreo y griego. Es por tanto, el texto oficial usado en el rito romano contemporáneo.
La biblia católica contiene 73 libros, quedó constituida hace 20 siglos y fue escrita durante mil años, por distintos autores, en varias lenguas y en diferentes géneros literarios.
García aclara que la Biblia no es un libro para los sacerdotes, religiosas o consagrados, la Biblia es para cada hijo de Dios, para cada bautizado, porque Jesús quiere entrar en el corazón y en cada circunstancia de vida.
Motivación
En el mes de septiembre, la Iglesia Católica desea motivar a todos los bautizados para que conozcan “y se enamoren de la Sagrada Escritura, porque ella nos revela la vida y nos da instrucciones, es muy importante que todo católico estudie la palabra de Dios, porque si bien la escuchamos en cada eucaristía, es importante crear el hábito de leer la palabra, para tener un encuentro personal con Dios cada día”.
Ese encuentro con Dios a través de su Palabra, señala Iraima García, permite crecer, orienta la vida del creyente y le da sentido a su fe, pues, la confianza y la esperanza se fortalecen en quien conoce a Jesús.
Lectura
A la interrogante sobre cómo leer la biblia, García explica que es conveniente iniciar por el evangelio de San Marcos, pues este libro responde a la pregunta ¿quién es Jesús? Luego, se puede continuar con los Libros de Lucas, Mateo y Juan, en ese orden.
Los evangelios narran la encarnación, vida, muerte y resurrección de Jesucristo y es por ello que se recomienda iniciar la lectura de la biblia con esos textos. Seguidamente, se aconseja leer los Hechos de los Apóstoles, las cartas de Pablo, Pedro y Juan.
“Para leer el libro del Apocalipsis es recomendable hacerlo después de recibir una orientación clara, porque tiene muchos símbolos que debemos comprender para saber interpretarlos correctamente”, señala García.
Posteriormente, se puede leer el Antiguo Testamento, en el cual se narra la creación del mundo y la historia de los profetas. García comenta que se debe tener presente el criterio de San Gregorio Magno, quien decía que “todo lo que el antiguo testamento ha prometido, el nuevo testamento lo ha cumplido”.
Dado el valor de la Sagrada Escritura, Iraima García apunta algunos aspectos a tener en cuenta al momento de la lectura, entre ellos, hacerlo en un espacio que favorezca una actitud de oración, y pedir la luz del Espíritu Santo para que Él sea quien ayude a comprender y discernir el mensaje de Dios.
Interpretación
Con relación a la interpretación de la Palabra de Dios, es oportuno referir al Papa Francisco, quien ha indicado que “siempre siendo fiel al texto, (se debe) comenzar a interrogarse ¿qué me dice a mí?” Al mismo tiempo aclara que no se debe caer en interpretaciones subjetivas, pues “La Biblia no puede leerse como una novela”.
Finalmente, el Pontífice ha expresado que la palabra de Dios impregnada del Espíritu Santo, cuando es acogida con el corazón abierto, siempre genera un cambio, inspira buenos propósitos y sostiene acciones