Cuando tenemos la oportunidad de dialogar con alguien personalmente, entendemos y se va comprendiendo la importancia del encuentro. Son muchas las cosas que se pueden hablar, compartir y comprender.
Salir de sí…
Von Balthasar, uno de los grandes teólogos del siglo XX, sitúa la estética y la dramática, antes que la lógica. Lograr entrar en reflexión, sobre el pensamiento de una persona, no apunta a buscar clasificarlo, ni mucho menos a sistematizarlo. Por el contrario, es colocarse en actitud de escucha, de acompañamiento, de asombro y compromiso leal, asumiendo totalmente su invitación a caminar con él. Esta experiencia en la vida espiritual nos invita de igual modo a encontrarnos con Él para ser llevados a la transcendencia de dos modos: la adoración y el servicio.
Apreciado lector te hago esta pregunta: ¿Cuántas veces Jesús está dentro de tu corazón y llama para salir y no le dejas por tus seguridades y estructuras, que esclavizan sin dejarte actuar en libertad? Ahora, será en esta salida, de la que hablo del corazón, la que nos anima a ir al encuentro ¿encuentro con quién? Nuestra fe nos debe llevar a tener un encuentro con Jesús y a él lo vamos a encontrar en los demás.
Desencuentros
Al observar algunas familias, grupos sociales y eclesiales, que se han dejado absorber por los desencuentros, envueltos en una cultura de utilidad, donde las relaciones se mantienen por estar basadas en lo que el otro puede apórtame, sino no lo ofrece, lo descarto, llevando a interrumpir encuentros que pueden dar crecimiento a cada persona y comunidad. Esto ofrece un panorama que nos debe llamar la atención.
Aquí podemos pensar, en cuántos abuelos y niños descartados por no aportar. En este sentido, no se está valorando la sabiduría que los abuelos ofrecen, basada en la experiencia. De igual manera, los niños son en potencia la semilla de un futuro, manteniendo un proceso formativo que los eduque e instruya. Debemos seguir apostando por ellos, en procesos de encuentro que permitan el desarrollo integral de la persona y la sociedad.
Entrar en el otro
La fe nos debe mover a crear una cultura de encuentro, cultura de amistad, cultura de fraternidad; donde podamos dialogar, compartir, acompañar, consolar y animar a los que Dios nos va colocando en nuestro camino, creando lazos de comunión por el bien común, logrando llegar a tener una amistad social, que nos haga mejores ciudadanos constructores de un mejor país.
En la vida de comunidad, se hace necesario compartir lo nuevo y lo antiguo, donde la cultura de la amistad nos permite transmitir conocimiento, experiencia y vida para así retroalimentarnos y hacer posible una nueva forma de pensar, para lograr una mejor forma de vida.
Lo polifónico
En una lectura, que en algún momento hice de Guardini, recuerdo que hablaba a los jóvenes, indicando lo banal de ciertos fenómenos. El colocaba como ejemplo una campana, preguntaba a los jóvenes ¿el sonido de la campana es algo sencillo? Respondía, los que tienen buen oído nos dicen que las campanas más imponentes son precisamente aquellas cuyo sonido tiene más tonos complementarios. Tal sonido no es sencillo, es más bien acorde. Un sonido simple sonaría estridente y vacío.
Esto nos lleva a pensar algo importante, con lo que deseo concluir: las cosas del mundo real son siempre polifónicas, siguiendo el ejemplo de la campana. Solo las cosas artificiales que el hombre puede producir son simples. Las experiencias que producen vida, surgen por colaboración de diversas fuerzas, son complejas, son polifónicas y por ello tienen poder, en ellas resuenan de forma contundente el todo.
Pbro. Jhonny Zambrano