Hoy una necesidad urgente es salir al encuentro de muchos hermanos vulnerables, con tantas necesidades no solo material, sino espiritual, que no permiten que puedan tener un desarrollo integral como personas.
Tiempo oportuno
El tiempo oportuno es clave en los “Encuentros”. La cultura del “Encuentro” tiene su tiempo, es el ahora… Es el salir a buscar a quien está en la periferia existencial o geográfica. Al salir, una de las cosas que encontraremos será la pobreza, para nosotros los cristianos, es más que una categoría sociológica, cultural e incluso filosófica; es una categoría teologal.
Pobreza
La Segunda Persona Trinitaria al encarnarse en el mundo, asumió la pobreza como modo de vida junto a su familia. “Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza”, para caminar con nosotros, esta es nuestra pobreza, la de la carne de Cristo, vista desde él. El mismo Jesús al tener su tiempo de encuentro con su sociedad, lo comprendió y manifestó: “Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. De igual forma lo diría San Alberto Hurtado: “El sentido del pobre, yo creo que allí está el núcleo del cristianismo”.
Salida
Cuando pensamos en salir desde la categoría del “Encuentro” hay dos opciones: salir a enseñar y compartir el tesoro custodiado (la fe y la sana doctrina), o llenarnos de lo que otros quieren darnos y que necesitamos: ¿cómo sales? El salir nos enseña, aprendemos, nos enriquece, nos zarandea y nos interpela también.
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En la Sagrada Escritura hay muchos que salieron. Adán salió del paraíso al destierro, Israel salió al destierro, el exilio del propio Jesús con su familia a Egipto. En estos escenarios será el “Encuentro” con Dios por medio de la oración el lugar privilegiado del exilio, es allí donde se da la Revelación. Podría decirse, aprendemos a entender muchas cosas, aprender quién es Dios y que ideas tengo de él, al salir, al encontrarme con otros.
Exilio
El salir al exilio, sentirse sin patria, sin familia, incluso perturbado con la propia historia, donde todo es disonancia, donde no se encuentra la melodía ni la armonía; allí, mi humanidad se encuentra vulnerada.
Esto desemboca en un proceso de conversión, desde lo hondo de la propia carne, en algunos casos se hace herida, incluso llaga, pero el Señor toca y sana. Esta experiencia es parte del proceso de la salida y los encuentros. En el “Encuentro” la compasión se convierte en comunión.
Perspectivas
Es necesario tener realizaciones concretas, alejadas de aproximaciones retoricas, incluso abstractas e idealistas. Para ello, se debe pensar en dos perspectivas. En primer lugar, la perspectiva “inclusiva”, es necesario salir más allá de asistencialismos que puedan aliviar los sufrimientos, una perspectiva de formar mente y corazón para promocionar y proyectar la persona humana y no llevarla al plano de la manipulación populista.
En segundo lugar, una perspectiva “multidimensional,” buscando que en las periferias convergen lo espiritual y lo sociopolítico, la humanización y la evangelización, sin contraponerse con falsas ilusiones. Es tan importante el hambre de pan, como el hambre de escucha, compañía y sentido.
Conclusión
La categoría del “Encuentro”, es donde damos y recibimos, en donde aprendemos y enseñamos, en donde cedemos y ahondamos en lo profundo, en donde la esencia es más importante que los accidentes, en donde los procesos son más claves que los episodios. Por tanto, es vivir al estilo de Jesús que, como maestro de vida, nos enseña a estar en su carne, somos carne de Cristo, como repite el papa Francisco.
Pbro. Jhonny Zambrano