A continuación, lecturas, salmo y evangelio de este domingo 16 de febrero.
Queridos hermanos. Con la más cordial bienvenida les recibimos en la casa de Dios para celebrar la Santa Misa en el sexto domingo del tiempo ordinario. Hoy el Señor nos prepara, a través de las lecturas, para tomar el camino correcto, que nos conduce a la felicidad plena. Al participar en esta celebración, mostramos nuestro interés en tomar ese camino. En las lecturas de hoy, el salmista pone ante nosotros, mediante una reflexión sapiencial, dos caminos: el que conduce a la felicidad y el que lleva a la perdición. Jeremías comenta con dos imágenes sugerentes cómo es la vida de quien elige uno u otro camino. En el evangelio es Dios quien ha salido al encuentro de los pobres, los hambrientos…, los ha elegido y les ha mostrado el camino de los justos. Escuchemos bien, para hacer nosotros nuestra mejor elección. Con mucha alegría comencemos esta celebración cantando juntos.
Antífona de Entrada Sal 30, 3-4
Sírveme de defensa, Dios mío, de roca y fortaleza salvadoras. Tú eres mi baluarte y mi refugio, por tu nombre condúceme y guíame.
Oración Colecta
Oremos: Señor Dios, que prometiste poner tu morada en los corazones rectos y sinceros, concédenos, por tu gracia, vivir de tal manera que te dignes habitar en nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo…
Primera Lectura
En breves líneas nos hace llegar Jeremías un mensaje siempre actual de reflexión moral. ¿En quién hay que apoyarse para triunfar?. Escuchemos.
Lectura del libro del profeta Jeremías (Jer 17, 5-8)
Esto dice el Señor: “Maldito el hombre que confía en el hombre, que en él pone su fuerza y aparta del Señor su corazón. Será como un cardo en la estepa, que no disfruta del agua cuando llueve; vivirá en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhabitable. Bendito el hombre que confía en el Señor y en él pone su esperanza. Será como un árbol plantado junto al agua, que hunde en la corriente sus raíces; cuando llegue el calor, no lo sentirá y sus hojas se conservarán siempre verdes; en año de sequía no se marchitará ni dejará de dar frutos”.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Salmo 1
R. Dichoso el hombre que confía en el Señor
– Dichoso aquel que no se guía por mundanos criterios, que no anda en malos pasos ni se burla del bueno, que ama la ley de Dios y se goza en cumplir sus mandamientos. R.
– Es como un árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo y nunca se marchita. En todo tendrá éxito. R
– En cambio los malvados serán como la paja barrida por el viento. Porque el Señor protege el camino del justo y al malo sus caminos acaban por perderlo. R
Segunda Lectura
San Pablo advierte que negar la resurrección de los muertos es negar la Resurrección de Cristo. En la resurrección se basa toda nuestra fe. Como Él resucitó resucitaremos también nosotros. Presten atención.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios (1 Cor 15, 12. 16-20)
Hermanos: Si hemos predicado que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que algunos de ustedes andan diciendo que los muertos no resucitan? Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, es vana la fe de ustedes; y por tanto, aún viven ustedes en pecado, y los que murieron en Cristo, perecieron. Si nuestra esperanza en Cristo se redujera tan sólo a las cosas de esta vida, seríamos los más infelices de todos los hombres. Pero no es así, porque Cristo resucitó, y resucitó como la primicia de todos los muertos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya. Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo, dice el Señor. Aleluya.
Evangelio
San Lucas nos presenta hoy cuatro bienaventuranzas y cuatro desventuras. Las bienaventuranzas que Jesús proclama exponen el espíritu del Reino de Dios. Nuestra actitud ante las cosas del mundo nos da la medida de nuestra creencia en Dios y en su Palabra.
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 6, 17. 20-26)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús descendió del monte con sus discípulos y sus apóstoles y se detuvo en un llano. Allí se encontraba mucha gente, que había venido tanto de Judea y de Jerusalén, como de la costa de Tiro y de Sidón. Mirando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo: “Dichosos ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios. Dichosos ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán saciados. Dichosos ustedes los que lloran ahora, porque al fin reirán. Dichosos serán ustedes cuando los hombres los aborrezcan y los expulsen de entre ellos, y cuando los insulten y maldigan por causa del Hijo del hombre. Alégrense ese día y salten de gozo, porque su recompensa será grande en el cielo. Pues así trataron sus padres a los profetas. Pero, ¡ay de ustedes, los ricos, porque ya tienen ahora su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que se hartan ahora, porque después tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ríen ahora, porque llorarán de pena! ¡Ay de ustedes, cuando todo el mundo los alabe, porque de ese modo trataron sus padres a los falsos profetas!”
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Credo.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Celebrante: Hermanos, las Bienaventuranzas nos revelan el plan de Dios manifestado en Jesucristo, el primer «Dichoso» y nos indican un camino y un modo concreto para vivir en felicidad. Pidamos al Padre que nos dejemos moldear por estas Palabras de vida. Oremos diciendo:Todos: En ti confiamos, Señor.
1. Para que la Iglesia viva siempre según el proyecto de Jesús, trazado en las Bienaventuranzas, y sea ella la primera en ofrecer este testimonio al mundo. Oremos al Señor.
2. Para que los poderosos de la tierra, los gobernantes y líderes mundiales, no se hagan de ojos ciegos y de oídos sordos ante la necesidad de los más débiles y vulnerables. Oremos al Señor.
3. Para que todos los discípulos de Jesús, hambrientos de verdad y sedientos de justicia, nos sintamos dichosos al participar en la construcción de un mundo nuevo, donde reine la solidaridad y la fraternidad entre todos. Oremos al Señor.
4. Para que nos mantengamos mes en la fe y fieles al Evangelio, a pesar de los sufrimientos, desprecios, rechazos, incomprensiones, burlas y calumnias de parte de aquellos que no han querido abrir su corazón a Jesús. Oremos al Señor.
5. Por todos los catequistas y animadores comunitarios de la fe, por todos aquellos que trabajan por el Reino de Dios, para que sientan la alegría y el consuelo Divino, al saberse servidores de Dios y de sus hermanos. Oremos al Señor.
(Intenciones libre)
Celebrante: Oh Padre de bondad, recibe nuestras humildes oraciones y anímanos a todos en el espíritu de las Bienaventuranzas para realizar en nuestra vida tu santa voluntad. Por Cristo, nuestro Señor. R. Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Que esta ofrenda, Señor, nos purifique y nos renueve, y se convierta en causa de recompensa eterna para quienes cumplimos tu voluntad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Antífona de la Comunión
El Señor colmó el deseo de su pueblo; no lo defraudó. Comieron y quedaron satisfechos.
Oración después de la Comunión
Oremos: Saciados, Señor, por este manjar celestial, te rogamos que nos hagas anhelar siempre este mismo sustento por el cual verdaderamente vivimos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.