El 21 de noviembre la Iglesia celebra la festividad de la presentación de la Santísima Virgen María. Se refiere a la tradición narrada en el escrito apócrifo llamado “Protoevangelio de Santiago”, según la cual, a la edad de tres años María fue llevada al templo por sus padres, Santa Ana y San Joaquín, para ser instruida en la religión del pueblo de Israel.
Se dice que esta fiesta se originó con la dedicación de la iglesia de Santa María la Nueva de Jerusalén en el año 543. Años más tarde, en 1372, el papa Gregorio XI conoció, por testimonio de un embajador de la corte del rey de Chipre, el fervor con el cual se celebraba esta memoria y la instituyó en Roma. Posteriormente el papa Sixto V la estableció en occidente.
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La narración del protoevangelio describe cómo los padres de Santísima Virgen, agradecidos por el favor de haber logrado descendencia, honraron su promesa de consagrarla a Dios:
VII 1. Y los meses se sucedían para la niña. Y, cuando llegó a la edad de dos años, Joaquín dijo: Llevémosla al templo del Señor, para cumplir la promesa que le hemos hecho, no sea que nos la reclame, y rechace nuestra ofrenda. Y Ana respondió: Esperemos al tercer año, a fin de que la niña no nos eche de menos. Y Joaquín repuso: Esperemos.
2. Y, cuando la niña llegó a la edad de tres años, Joaquín dijo: Llamad a las hijas de los hebreos que estén sin mancilla, y que tome cada cual una lámpara, y que estas lámparas se enciendan, para que la niña no vuelva atrás, y para que su corazón no se fije en nada que esté fuera del templo del Señor. Y ellas hicieron lo que se les mandaba, hasta el momento en que subieron al templo del Señor”
Inmediatamente, la narración da cuenta de la gracia que cubría a la niña que años más tarde, aceptaría confiadamente la voluntad de Dios para ser la madre del Salvador.
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Y el Gran Sacerdote recibió a la niña, y, abrazándola, la bendijo, y exclamó: El Señor ha glorificado tu nombre en todas las generaciones. Y en ti, hasta el último día, el Señor hará ver la redención por Él concedida a los hijos de Israel.
3. E hizo sentarse a la niña en la tercera grada del altar, y el Señor envió su gracia sobre ella, y ella danzó sobre sus pies y toda la casa de Israel la amó.
VIII 1. Y sus padres salieron del templo llenos de admiración, y glorificando al Omnipotente, porque la niña no se había vuelto atrás. Y María permaneció en el templo del Señor, nutriéndose como una paloma, y recibía su alimento de manos de un ángel.
Esta conmemoración mariana constituye una forma de honrarla y reconocer las virtudes de su pureza, su gracia, su maternidad divina y su omnipotencia suplicante.
Presentación de María Paolo Ucello, 1435.
Ana Leticia Zambrano