Todos los 28 de diciembre se celebra las fiestas de los Santos Inocentes, un hecho trascendental que generó, ante el temor y la llegada del Mesías, la matanza de niños promovida por el rey Herodes quien, al sentirse engañado por los Reyes Magos, ordenó que todos aquellos niños menores de dos años fueran sacrificados, esto con la intención de deshacerse de Jesús.
“Herodes pensó que con esta cruel medida se libraría de Cristo, el Mesías esperado. Estaba dispuesto a hacer lo que sea para mantener su poder, y ciertamente las noticias sobre el nacimiento de un rey que habría de gobernar a su pueblo lo aterrorizaban. Aun con todo en contra, el Hijo de Dios logró salvarse gracias a los cuidados de San José y Santa María”.
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Esta situación que acarreó trágicamente la muerte de niños, derramar la sangre de estos inocentes los erigió como testigos del sacrificio, lo que los constituyó, sin saberlo, como mártires.
“En un antiguo sermón, exclamaba San Quodvultdeus con perfecta elocuencia: Todavía no hablan, y ya confiesan a Cristo. Todavía no pueden entablar batalla valiéndose de sus propios miembros, y ya consiguen la palma de la victoria”.
Navidad y lágrimas
Su santidad el Papa Francisco en el año 2016 expresó que el sufrimiento en los días de la natividad estuvo presente como una señal inequívoca de un profundo dolor por el que pasaron todos ante la llegada de Jesús.
“La Navidad está… acompañada, nos guste o no, de lágrimas. Los evangelistas no disfrazaron la realidad para hacerla más creíble o atractiva. No se entregaron a palabras reconfortantes pero ajenas a la realidad. Para ellos, la Navidad no fue un vuelo a la fantasía, una forma de esconderse de los desafíos y las injusticias de su época. Por el contrario, relatan el nacimiento del Hijo de Dios como un evento cargado de tragedia y dolor”.
El Papa recalcó que hoy día aún se perciben los desgarradores gritos de dolor que no se pueden ignorar y mucho menos silenciar: “En nuestro mundo, escribo esto con gran pesar, seguimos escuchando el lamento de tantas madres, de tantas familias, por la muerte de sus hijos, de sus hijos inocentes.”
Oración
Oh, Santos Inocentes, pequeños mártires que están en el Corazón del Padre y en el Amor inmenso de María, les rezamos:
Intercedan por nosotros el Espíritu de fortaleza para combatir el mal que ataca y destruye las vidas, especialmente las de los pequeños, débiles y pobres inocentes.
Enjuguen las lágrimas de los niños, acaricien con ternura a los enfermos y a los ancianos.
Ayuden a los hombres y mujeres a creer en la vida, a defender su sacralidad desde la concepción hasta el último respiro.
Para aquellos padres y madres que la rechazaron con el aborto obtengan la gracia del perdón de Dios y la paz del corazón.
Para los que golpean y humillan a los pobres e inocentes, intercedan arrepentimiento sincero y verdadera conversión.
Protejan cada vida desde el seno materno; custodien a los niños para que no pierdan su inocencia; ayuden a las familias a recibir y amar a sus hijos.
Como regalo de Dios, velen sobre los enfermos para que sientan que Dios está cerca de ellos; iluminen a los poderosos para que promuevan leyes en defensa de la vida.
Recen con nosotros y por nosotros para que la humanidad encuentre el amor y el respeto hacia los niños y los inocentes, para que aprendamos de ellos a amar el tesoro precioso: ¡la vida!
¡Santos Inocentes, rogad por nosotros!
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Carlos A. Ramírez B.