Puede ocurrir que no sepamos cómo comportarnos en Misa, sin embargo, para nuestro crecimiento espiritual, leamos qué gestos y actitudes debemos evitar
Cuando asistimos a la santa Misa, nos damos cuenta de que la liturgia es hermosa y lleva un orden que se ha determinado a lo largo de muchos siglos. La Iglesia ha dedicado documentos enteros para que sepamos qué gestos y actitudes debemos realizar en la liturgia.
Por supuesto, basta recordar que a quien va dirigida la celebración es a Dios, por eso debemos aprender -lo mejor posible- cómo participar junto a la asamblea de los fieles. Aquí algunos consejos:
Llegar tarde
A la Misa debemos llegar con anticipación para prepararnos debidamente para lo que vamos a celebrar; además, podemos elegir mejor el lugar donde nos sentaremos y participar bien desde el principio.
Estar sentados todo el tiempo
Los asistentes a la celebración deben mantener una participación plena, además, como menciona la Instrucción General del Misal Romano (no. 42):
«La uniformidad de las posturas, que debe ser observada por todos participantes, es signo de la unidad de los miembros de la comunidad cristiana congregados para la sagrada liturgia: expresa y promueve, en efecto, la intención y los sentimientos de los participantes».
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Por eso, a veces estaremos sentados, otras de pie y, durante la consagración, de rodillas, si la salud no nos lo impide.
Repetir lo que dice el sacerdote
Las oraciones presidenciales solo le corresponden al sacerdote que está dirigiendo la celebración (IGMR no. 30). Por eso, debemos apegarnos a lo que al pueblo le toca responder, en una forma de diálogo, en algunas partes de la Misa.
Comulgar sin preparación
Comulgar el cuerpo y la sangre de Cristo es el momento cumbre de la celebración, luego de la consagración de las especies sagradas. Por eso, debemos estar preparados y dispuestos, primero, sabiendo que estamos en gracia y sin pecado mortal.
Después, evitando hablar con la gente que tenemos cerca, ya sea antes o después, porque el diálogo debe ser con el Señor sacramentado, a quien recibiremos y tendremos dentro de nosotros.
Llevar celular
Sabemos que la Misa es el encuentro personal con Jesús, donde escucharemos su Palabra y nos alimentaremos con su cuerpo y sangre; por eso, no debe existir ningún distractor. Lo más recomendable es dejar el teléfono en casa, o en su defecto, mantenerlo en silencio y no contestar llamadas y mensajes.
Saludar a los conocidos
Por respeto, los saludos y conversaciones con otros fieles no deben hacerse dentro del templo -ni antes ni después de Misa. La iglesia es lugar y momento para orar y no interrumpir a los demás.
Observar a las personas que entran
Nuestra atención debe estar centrada en lo que está ocurriendo en el altar. Lamentablemente, cuando algunas personas llegan tarde o se van antes de que concluya la Misa, se vuelven focos distractores, evitemos verlas a propósito y concentrémonos en la celebración.
Llevar comida o bebida
Es, cuando mucho, una hora la que estaremos en la santa Eucaristía, y el alimento se nos dará en la sagrada comunión. A menos que sea agua simple, no debemos entrar con alimentos por respeto al lugar, a la asamblea, y por sobre todas las cosas, a Dios.
Salir antes que termine la misa
El que sale antes de que concluya la Misa, da la impresión de que no fue importante lo que acaba de celebrar. La bendición es parte fundamental, con ella finaliza la Eucaristía y nos vamos con la encomienda de hacer vida lo que vivimos en la liturgia.
Omitir la misa dominical
Por último, lo principal: en domingo no debe haber compromiso más importante que asistir a Misa. Es nuestro momento con el Señor, privilegiado y único, donde podemos dar gracias, adorarlo, ofrecer nuestra semana y actividades y pedirle lo que necesitamos. No perdamos esta oportunidad.
Vía Aleteia