Latinoamérica necesita una fuerte inyección económica de parte de los países más ricos del mundo para superar la pandemia del coronavirus y sus consecuencias, según defiende en una entrevista con EFE el secretario general de la ONU, António Guterres.
Para el diplomático portugués, la región -convertida ya en uno de los epicentros de la crisis- tiene que buscar un «equilibrio» entre la respuesta a la enfermedad y la reapertura económica, pero no puede suponer en ningún caso dar vía libre al virus.
Por ello, demanda a la comunidad internacional «una gran solidaridad», que incluya medidas de alivio de la deuda pública y ayudas mucho más generosas a los países que acogen a los millones de venezolanos que han dejado sus hogares.
P: El mundo vive un momento especialmente convulso. La pandemia, conflictos, ahora la oleada de protestas en EE.UU. ¿Cree que estamos ante un cambio de era?
R: Estamos, yo creo, en la crisis más dramática desde la Segunda Guerra Mundial e inevitablemente habrá cambios, pero aún no es claro en qué sentido vamos a cambiar. Yo tengo la esperanza de que el mundo reconozca la fragilidad de nuestras sociedades, del planeta, que comprenda que la humildad es necesaria, que la solidaridad y la unidad son esenciales y que hay que reforzar las instituciones multilaterales.
Hay que combatir el nacionalismo, el populismo, la xenofobia, el racismo, lo que nos divide. Hay que comprender que -con retos de clima, pandemias, la evolución de la ciencia y la tecnología- necesitamos ser mucho más fuertes y sólo seremos mucho más fuertes con unidad y con una perspectiva de mayor gobernanza global, de una soberanía más compartida, de instituciones multilaterales más fuertes.
Pero esto es algo que aún no está garantizado. Muchos van a intentar aprovechar la situación actual para enflaquecer las instituciones multilaterales, para acentuar los nacionalismos, para acentuar el egoísmo, para incrementar las desigualdades. Necesitamos unirnos para recuperarnos de la COVID y de todos los otros problemas con una estrategia de más sostenibilidad y de más inclusión.
Si conseguimos esto habrá un cambio y un cambio para mejor. Si no lo conseguimos, habrá un cambio, pero desafortunadamente un cambio para peor.
P: Precisamente en esta crisis se ve a países que hacen lo contrario. EE.UU. anunció hace pocos días su ruptura con la Organización Mundial de la Salud, por ejemplo ¿Cuál es su respuesta?
R: Que es necesario reforzar, no enflaquecer las instituciones multilaterales y que es necesario reforzar la capacidad de coordinación de respuesta a la pandemia.
En este momento hay que apoyar a la Organización Mundial de la Salud, garantizar que tenga los fondos necesarios para toda la acción que tiene en los países en desarrollo, para permitir que seamos capaces de derrotar esta pandemia lo más rápido posible.
P: América Latina es un nuevo epicentro del coronavirus. ¿Cree que se están precipitando los países con la reapertura?
R: Para los países en desarrollo esta es una situación muy dramática, porque de un lado hay la COVID y el impacto en muertes y sufrimiento del pueblo, y por otro lado hay el impacto de la crisis económica, y para muchos es también una amenaza para sus vidas.
Es necesario encontrar el equilibrio, pero el equilibrio no puede estar basado en dar libre curso a la pandemia. El equilibrio tiene que garantizar una fuerte voluntad de combatir la pandemia y Latinoamérica es el nuevo epicentro. 800.000 infectados, más de 38.000 muertos y en países muchos de los cuales tienen sistemas de salud que no son suficientemente fuertes.
Yo creo que Latinoamérica necesita naturalmente estrategias adecuadas de combate a la crisis, pero una gran solidaridad de la comunidad internacional, sobre todo de los países del Norte, de los países desarrollados, para permitir que Latinoamérica tenga los recursos para combatir la pandemia y aminorar los impactos económicos y sociales.
P: ¿Tiene algún número en la cabeza sobre el apoyo financiero que necesita la región?
R: Nosotros venimos afirmando desde el principio que es necesario un impulso correspondiente a dos dígitos de la economía, un 10 % como mínimo. Y esto es verdad a nivel global. Lo estamos viendo en los países desarrollados, en Estados Unidos y en Europa, que corresponde más o menos a la dimensión de los programas de recuperación y de combate a la pandemia. Creo que éste es el volumen de recursos que debe estar a disposición de los países en desarrollo.
Pero al mismo tiempo hay que reconocer que en países de Latinoamérica y el Caribe hay una situación de deuda muy dramática. Hubo medidas importantes, el G20 aprobó una suspensión de la deuda de las economías más pobres, pero el problema de la deuda es más generalizado y hay muchos países en desarrollo y países de ingreso mediano que no tienen acceso a los mercados financieros en la situación actual y necesitan un alivio de su deuda.
P: ¿Qué se puede hacer con los acreedores privados? Estamos viendo dificultades, por ejemplo en el caso de Argentina.
R: Creo que es muy importante un diálogo muy fuerte con las instituciones privadas (…) porque esto no tiene solución sin su cooperación y muchos países tienen dudas en hacer medidas para reducir la deuda o suspender los pagos si piensan que esto no va a beneficiar a los países, sino solamente a los acreedores privados.
Yo creo que un esfuerzo común, comprendiendo naturalmente los intereses de todos en un espíritu de diálogo, es necesario.
P. Ha llamado recientemente la atención sobre la situación de los migrantes y refugiados ante la COVID-19, un problema importante en Latinoamérica, con millones de venezolanos fuera del país, con mucho movimiento en Centroamérica y México…
R: Esta es para nosotros una preocupación fundamental: migrantes y refugiados en Latinoamérica y en el mundo, poblaciones muy vulnerables. Es absolutamente necesario integrarlas en los sistemas de salud de los países de acogida, pero se necesita también una muy fuerte solidaridad internacional.
Hablando de Venezuela, el caso más dramático de migración en Latinoamérica. La verdad es que la solidaridad de la comunidad internacional con los países de acogida ha sido muy pequeña. La última conferencia de donantes fue positiva, pero necesitamos de mucho más apoyo a los países de acogida para una integración efectiva de los migrantes y refugiados en sus sistemas de salud y en las respuestas de protección social que son necesarias.
P: España ha sido uno de los lugares más golpeados por la pandemia, mientras que su país, Portugal, ha sido de los que mejor han llevado la crisis. ¿Qué se puede aprender de lo hecho por Portugal?
R: Yo creo que es importante ver que los países que fueron capaces de actuar más temprano, de tomar medidas fuertes más temprano, fueron los que tuvieron más éxito hasta ahora en la contención. Pero no olvidemos que la pandemia tiene epicentros que se mueven. Empezó en China, Europa, aquí en Estados Unidos, ahora Latinoamérica. Y una nueva ola puede llegar al Norte global. Hay que garantizar que la acción no termina (…) y no pensar que los éxitos que se tuvieron en el pasado nos permiten olvidar la necesidad de mantener una fuerte determinación.
P: Ante las protestas contra el racismo en EE.UU., ¿cuál es su mensaje para los manifestantes y para el presidente Donald Trump?
R: En situaciones como esta es necesario que los Estados tengan la capacidad de oír las preocupaciones, las reclamaciones de los pueblos, sus esperanzas. Y al mismo tiempo que los pueblos se manifiesten de forma pacífica y que las autoridades respondan con contención, evitando la violencia. Eso es lo más importante.
Al mismo tiempo, hay que comprender que la diversidad es una riqueza, no es una amenaza. Es una riqueza que necesita ser cultivada, que necesita una inversión muy fuerte en la cohesión social.
Creo que esto es muy importante en todas las partes del mundo en que vemos una distancia mayor entre los pueblos y los Gobiernos. Hay que reconstruir la confianza y hay que reconstruir también la cohesión de nuestras sociedades, el contrato social.
P: Entre todos estos problemas en el mundo, ¿está viendo algo que le genere esperanza?
R: La generosidad de la gente. Tantos ejemplos de solidaridad admirable. Los trabajadores de salud, la forma cómo muchos, con riesgo de su vida, están salvando vidas. La dedicación de los trabajadores humanitarios que van a los puntos más peligrosos del mundo (…) Hay tanto ejemplos admirables de solidaridad, que muestran que la naturaleza humana es algo en lo que podemos confiar para el futuro.
Es necesario que los líderes lo comprendan y que los líderes lo asuman.
EFE