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Hace 100 años llegó el primer Obispo de la Diócesis de San Cristóbal

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Para el año 1922 regiones como, Barquisimeto, Guayana, Mérida eran Diócesis que, poseían un denso territorio que albergaban a miles de fieles, lo que restringía al Obispo de aquel momento que ejerciera con beneplácito la misión de pastor encomendada.

El Santo Padre Pío XI, escuchando las peticiones del Episcopado Venezolano y de diversas autoridades civiles, por medio de la labor del Nuncio Apostólico Felipe Cortesi, determinó el 12 de octubre la erección de cuatro Diócesis: Coro, desmembrada de la Diócesis de Barquisimeto; Cumaná, separada de la Diócesis de Guayana; Valencia, dividida de la Diócesis de Caracas; y San Cristóbal desunida de la Diócesis de Mérida.

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Su creación fue de suma importancia ya que permitió no solo fortalecer la vida de fe de los habitantes de la región, sino también darle una contextura eclesial propia como Iglesia local. Ello supone la atención permanente y directa de un pastor diocesano, que hizo posible la creación de nuevas parroquias, la fundación de institutos de servicio del pueblo de Dios y fortalecer la misión evangelizadora que se venía realizando.

Es por ello que tras ocho meses de la creación de la Diócesis, el 19 de junio de 1.923, su Santidad Pío XI nombró a Monseñor Tomas Antonio Sanmiguel, como primer Obispo de la Diócesis de San Cristóbal.

¿Quién era?

Monseñor Sanmiguel nació el 7 de marzo de 1887 en la ciudad de Valencia, estado Carabobo, hijo de Tomás Antonio Sanmiguel, y Ana Josefina Díaz de Sanmiguel, quien se creció en un hogar eminentemente cristiano.

En el año 1904 ingresó al Seminario Metropolitano de Caracas, para convertirse en uno de los primeros discípulos de Monseñor Nicolás Navarro. El 14 de julio de 1.912 fue ordenado por el arzobispo Juan Bautista Castro.

Su vida sacerdotal transcurrió en Puerto España (Trinidad), Turmero (Aragua), y en la parroquia San Juan Bautista de Caracas. Su consagración como Obispo de la Diócesis fue el dos de octubre de 1.923, en la ciudad de Caracas, en acto presidido por el Nuncio Apostólico Monseñor Felipe Cortesi en compañía del episcopado nacional.

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Al día siguiente de asumir su cargo, escribió su primera Carta Pastoral dirigida al Clero y a la feligresía, la cual tuvo dos puntos importantes, entre ellos, hacer una catequesis en torno a las personas del Sumo Pontífice, toda ella llena de sabiduría y amor.

En segundo lugar y no menos importante, expuso el programa de su gobierno de pastoral que lo concretó en tres áreas: la creación de un Seminario Diocesano que tuviera como propósito “formar en la piedad aquellos jovencitos en quienes se descubran gérmenes de la divina vocación”.

Llegada

El Obispo obedeció con espíritu de fe la labor encomendada, por lo cual preparó sus maletas, y viajó hacia San Cristóbal, una tierra inhóspita que le aguardaba para convertirse en el pastor de la región andina.

Fue el 25 de noviembre de 1.923, cuando un adulto de 36 años, llegó en un vehículo desde la Estación Táchira acompañado de una comitiva encargado de recibirlo hasta el parque Bolívar, lo que ahora es Plaza Bolívar en el centro de la ciudad.

Al llegar fue recibido por el presidente del Estado, el férreo general Eustoquio Gómez, quien pasó a un segundo plano ante la llegada del Obispo. Allí el presidente, y el secretario de gobierno, Pedro León le dieron sus más sinceras palabras de bienvenida.

Monseñor Sanmiguel no imaginó que la ciudad que lo recibiría estaba en medio de paredes de ladrillos y calles empedradas, las cuales se abarrotaron de hombres y mujeres que se acercaron para conocer al enviado del Señor.

Los bronces de las campanas, las notas marciales del himno y el aplauso de los asistentes marcó el inicio de una larga trayectoria del primer Obispo de la Diócesis de San Cristóbal, pues una vida de decoro, sencillez y bienestar le permitió conquistar muchas almas para el reino de Dios.

Sus prominentes ojos, cabello abundante, y rostro de niño no pasó desapercibido, y menos aún con sus costumbres morales e intelectuales.

Culminada la ceremonia, Monseñor Sanmiguel caminó desde la plaza bajo palio hasta la Catedral, acompañado del general Gómez a su mano derecha. Se dice que allí comenzó una grata amistad entre ambos, que permitió suavizar los procedimientos violentos cometidos por el gobernante.

Este momento marcó la historia religiosa del estado Táchira, pues Monseñor Sanmiguel fue para el pueblo del Táchira una bendición de Dios. A todos los rincones de la entidad llevó el progreso tanto en espiritualidad como en lo material, y un ejemplo de ello fue la creación del Seminario Santo Tomás de Aquino y Diario Católico.

Monseñor se dedicó varios meses a estudiar su Diócesis. Tenía un afán misionero quien se entregó por completo a su labor como pastor, tanto así que mientras se desplazaba a pie, vehículo o caballo por las calles de la ciudad, rezaba, planificaba, y proyectaba.

Si bien es cierto que presentó su renuncia como Obispo para dedicarse como Misionero entre los indios y las selvas en la Vicaría de Caroní, la misma fue negada por la Santa Sede. Por lo tanto, tuvo que quedarse en la entidad cumpliendo su labor.

El 6 de julio de 1.937 falleció a la edad de 50 años. No llegó a cumplir las bodas de plata sacerdotales. Su sepelio fue propicio para que la feligresía le demostrara su devoción, respeto y afecto. En la Catedral reposan sus restos esperando el día de la resurrección.

Maryerlin Villanueva 

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