En una impresionante muestra de fe y artesanía, Indonesia ha presentado la estatua de Jesucristo más alta del mundo, que se alza majestuosa sobre la colina Sibeabea en el norte de Sumatra.
Con una altura de 61 metros, la estatua de “Jesucristo el Salvador se alza ahora como un nuevo hito mundial, superando al famoso “Cristo Redentor” de Río de Janeiro por más de 20 metros.
Esta estructura monumental domina el pintoresco lago Toba en la regencia de Samosir, y combina belleza natural con significado espiritual. La estatua fue inaugurada oficialmente el 19 de septiembre por el obispo Antonius Subianto Bunjamin, presidente de la Conferencia Episcopal de Indonesia, en una ceremonia que atrajo la atención local e internacional.
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Apenas unas semanas antes, el 6 de septiembre, el propio Papa Francisco bendijo una versión en miniatura de la estatua durante un evento especial en la embajada del Vaticano en Yakarta. El Papa también firmó una placa de oración que ahora se encuentra en la base de la imponente estatua, haciendo eco de sus palabras: “Lo que se admira de Jesús el Salvador es su amor infinito”.
La inauguración de esta estatua es más que un acto ceremonial: es un testimonio del compromiso de Indonesia con la armonía interreligiosa, a pesar de ser una nación predominantemente musulmana.
En este espíritu, la estatua sirve como símbolo de inclusión y un faro para todos los que buscan consuelo y reflexión espiritual. El obispo Bunjamin comentó durante la inauguración: “Esta es una colina bendecida por Dios, se espera que sea un lugar donde la fe de la gente pueda fortalecerse”.
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Ubicada en una zona de Indonesia con una importante población cristiana, Sumatra del Norte alberga a más de un millón de católicos y más de cuatro millones de protestantes, según la Agencia Central de Estadísticas. Por lo tanto, la estatua tiene un profundo significado para la comunidad cristiana de la región, que ahora tiene una representación monumental de su fe que también atrae a miles de turistas y peregrinos cada año.
El arzobispo capuchino Kornelius Sipayung de Medan destacó el significado más profundo de la estatua, llamándola más que una simple maravilla visual. “Esta estatua es un recordatorio de que Dios ha estado presente en el mundo”, dijo.
“Es un llamado a los humanos para que sean una luz para el mundo”. Los brazos abiertos de Jesús, un elemento central de la estatua, simbolizan la aceptación y el amor ilimitados de Cristo por todas las personas, independientemente de su origen o creencia.
De pie en la colina de Sibeabea, la estatua ha transformado el paisaje en un destino no solo para turistas sino también para creyentes que buscan una renovación espiritual. Se espera que la colina en sí, a la que el obispo Bunjamin llamó “bendecida por Dios”, se convierta en un lugar de peregrinación, donde los visitantes puedan reconectarse con su fe mientras disfrutan del impresionante entorno del lago Toba, una de las maravillas naturales de Indonesia.
(ZENIT Noticias)