La Iglesia Universal celebra el 8 de diciembre la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María. En esta fiesta se exalta la pureza y virtud de la Santísima Virgen desde el primer instante de su ser natural. La doctrina enseña que por gracia de Dios, la elegida para llevar en su seno al Salvador del mundo fue concebida libre del pecado original.
La concepción es justo el momento en que por la acción de Dios y del papá y la mamá, comienza la vida humana. Ese preciso instante en que María fue concebida en el vientre de su madre Santa Ana, quedó llena de la gracia santificante. Este es uno de los dogmas que sustentan la veneración a la Reina Universal de todo lo creado.
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Para ayudar a comprender por qué se habla del dogma de la Inmaculada Concepción, el padre Miguel Franceschi, sacerdote de la prelatura del Opus Dei, explica en primer lugar, qué significa un dogma para la Iglesia Católica.
“La palabra «dogma» viene del griego y significa resolución o enseñanza. En la Iglesia, un dogma es una afirmación de fe que está en concordancia con la Sagrada Escritura y la Tradición. Dicha verdad es declarada solemnemente por el Papa o por un concilio unido a él”, señala el sacerdote, y añade que según el Catecismo esta atribución es exclusiva del Sucesor de Pedro y los Obispos en comunión con él.
En este sentido, el padre Franceschi resalta que los dogmas de la Iglesia no son criterios novedosos que se definen sobre algo, son explicaciones firmes y perennes de la verdad revelada por Dios. Es importante que los católicos conozcan esto para que puedan comprender y defender la fe.
Verdades
Es así como la Iglesia reconoce en la Santísima Virgen cuatro verdades o dogmas: su Inmaculada Concepción, su Maternidad Divina, su perpetua Virginidad y su Asunción a los cielos.
“¿Por qué se habla de dogma de Inmaculada Concepción? Esta verdad había sido reconocida por la Iglesia desde sus inicios. Los cristianos siempre veían a María como Inmaculada y muestra de ello es, por ejemplo, el escudo colonial de Caracas que estuvo vigente desde 1591 hasta el año 2022, en el cual se registró la leyenda: “Ave María Santísima sin pecado concebida en el primer instante de su ser natural”, reflejando la fe del pueblo, aunque todavía no había sido definida esta verdad como un dogma de fe”.
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El padre Franceschi apunta que fue el Papa Pío IX, en la bula Ineffabilis Deus, del 8 de diciembre de 1854, quien promulgó la Inmaculada Concepción como certeza absoluta revelada por Dios:
«(…) declaramos, afirmamos y definimos que ha sido revelada por Dios, y de consiguiente, que debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles, la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo, salvador del género humano”.
Con esta declaración, se dilucidaron las reservas que en algún momento tuvieron algunos santos de la Iglesia, quienes habían señalado que faltaban argumentos para sustentar que María había sido preservada del pecado original si aún no había nacido el Redentor. No obstante, el argumento se halló: María no está exenta de la redención, sino que ella es la primera redimida en atención a los méritos de Cristo, salvador del género humano.
Por eso, el Ángel Gabriel al momento de la Anunciación, la saludó “Llena eres de gracia, el Señor está contigo” (Lucas 1,28). En el año 1996, San Juan Pablo II explicó que este saludo es un don hecho por Dios a su madre, que “expresa la imagen de una gracia perfecta y duradera que implica plenitud”.
Imagen
Sobre la imagen de la Inmaculada Concepción, que presenta a la Virgen vestida de blanco con un manto azul y debajo de sus pies una serpiente, el padre Franceschi explica que esta escena refiere la promesa de la redención contenida en el libro del Génesis (3, 15). La serpiente es el demonio, que fue vencido por la muerte y resurrección de Cristo, nacido de María.
Cristocéntrico
El padre Franceschi enfatiza que el meditar los dogmas de María Santísima nos ayudan a crecer en el amor de Dios, porque cada verdad: la Inmaculada Concepción, la Maternidad divina y la Asunción son eminentemente cristológicos, es decir, en todos ellos está presente la figura de Cristo, quien en medio del dolor de la cruz nos dio como regalo a María.
A modo de cierre, recuerda que la Virgen María también estuvo sujeta al dolor. “Santísima, sin sombra de pecado, pero pasible y mortal, padeció al corredimir con Cristo. Una espada atravesó su alma (anuncio de Simeón). El privilegio de la Inmaculada Concepción, lejos de sustraerla del dolor, aumentó en Ella su capacidad de sufrimiento. Sufrió mucho por amor”.
Ana Leticia Zambrano