Lázaro, Marta y María eran tres hermanos que vivían en Betania, reconocidos por su amistad con Jesús y la convicción plena de adorarlo, protegerlo, cuidarlo y ser parte de su mensaje sanador y lleno de esperanza. Sus actitudes los distinguieron como servidores plenos y respetuosos de las enseñanzas del maestro.
Ocupaban los hermanos una casa en la cual atendían al Señor con esmero y fervor. De allí que un sinnúmero de enseñanzas estaba en el ambiente para aprendizaje y consuelo. En medio de ese hogar Jesús daba la palabra a todos y Marta, una mujer cabal y trabajadora se movía de un lado a otro para dar la atención necesaria y merecida. Tanto fue su tribulación por los quehaceres que le dijo al Señor: ¿nada te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo de la casa?
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“El Señor le respondió: Marta, Marta, tú te preocupas y te inquietas por muchas cosas. En verdad una sola cosa es necesaria. Así, pues, María ha escogido la mejor parte, que no le será arrebatada».
Con este mensaje se consolidaba la oración como uno de los valores de mayor importancia para honrar al Señor. Sin embargo, esto no fue todo lo que se fomentó alrededor de estos hermanos santos.
“Jesús profesó un cariño muy especial por su amigo Lázaro (…) quien había caído gravemente enfermo y sus hermanas enviaron gente para advertirle a Jesús —que no estaba en Betania— de que su amigo podría morir. Jesús, ocupado en su misión, no acude de inmediato al llamado y Lázaro muere”.
Al llega, santa Marta conmueve a Jesús con su fe y entrega diciéndole “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano” posteriormente bajo el cobijo de fe, le pide a Jesús que lo regrese a la vida diciéndole: “Pero aún ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá”.
“Jesús se conmovió al ver el dolor de Marta y María y, luego de orar al Padre, ordenó que removieran la piedra de la entrada del sepulcro. Luego, a voz en cuello, gritó: «¡Lázaro, sal fuera!». Lázaro, envuelto en vendas, salió caminando de la tumba”.
Patronazgos
Santa Marta es patrona de los imposibles, del hogar, de las casas de huéspedes; también lo es de las cocineras, las amas de casa, las sirvientas, los hoteleros y lavanderas.
Santa María, es patrona de quienes viven dedicados a la contemplación o la oración, así como de los vendedores de perfumes.
San Lázaro de Betania es patrono de los moribundos y los necesitados.
Santa Marta con el constante detalle para el cuidado y la atención, santa María con la veneración absoluta y Lázaro con su silencioso, pero siempre presente afecto y su confianza en el mensaje de Jesús son la prueba irrefutable de las tres formas de amar, seguir y reverenciar al Todopoderoso.
Carlos A. Ramírez B.