Los ministerios laicales en la Iglesia están marcados por el servicio a imagen de aquel que no vino para ser servido sino para servir
Leonardo Vivas
Un ministro es un servidor, etimológicamente «ministerio», viene del latín ministerium, termino con el que la vulgata traduce del hebreo mesaret del Antiguo Testamento y varios términos del Nuevo testamento, como diaconos, leiturgos, hiperetes, dulos, en contextos que implican el ejercicio de una actividad religiosa de servicio a Dios y a los hombres. De tal manera, que los ministerios laicales en la Iglesia están marcados por el servicio a imagen de aquel que no vino para ser servido sino para servir (cfr. Mt 20,28).
Una de las novedades más significativas del Concilio Vaticano II (1962-1965) ha sido el cambio estructural de la eclesiología, partiendo de la urgente necesidad de revalorizar el papel de los laicos en la Iglesia y por ende el del Pueblo de Dios. Históricamente, además de los ministerios ordenados (diáconos, presbíteros, obispos) la Iglesia instituyó en Oriente y Occidente, otros ministerios que pudieran prestar un servicio en las celebraciones litúrgicas.
Por su parte, «en la Iglesia de Occidente había ostiarios, exorcistas, lectores, acólitos que solían denominarse ordenes menores, menos el subdiaconado que, disciplinariamente era considerado orden mayor; se requerían como grados clericales, previo al rito de la tonsura para recibir el diaconado».
Las bases de una teología laical
En 1970 Pablo VI establece las bases de una teología laical, dando respuesta a lo que había planteado el Vaticano II, acerca de la ministerialidad global así como el protagonismo de los laicos, a través de la carta apostólica en forma de motu propi Ministeria quaedam, por la que se reformó en la Iglesia latina la disciplina relativa a la primera tonsura, a las ordenes menores y al subdiaconado, según relata el subtítulo del mismo motu propio.
A través de esta carta apostólica, se redujeron las ordenes menores a los ministerios de lector y acólito, que dejaron de ser grados clericales , aunque siguen siendo requeridos para la ordenación del diácono. El ministerio extraordinario de la comunión también es parte de los ministerios laicales.
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Recientemente el papa Francisco ha realizado un cambio en el Código de Derecho Canónico, aperturando los ministerios de acólitos y lectores a las mujeres; estos estaban reservados para los hombres, aunque la Iglesia Latina ya había dado acceso a las mujeres a los mismos en virtud de otro canon.
La nueva disposición se ha realizado mediante el motu propio, Spiritus Domini, el cual ha realizado una modificación en el canon 230 § 1 del código de derecho canónico sobre el acceso de las mujeres a los ministerios del lectorado y acolitado.
De igual forma, en una carta al cardenal Luis Ladaria S.I, prefecto de la congregación para la doctrina de la fe, el Santo Padre ha confirmado esta actualización denominándola como «una adaptación que no debe interpretarse como una superación de la doctrina anterior, sino como una actuación del dinamismo que caracteriza la naturaleza de la Iglesia siempre llamada con la ayuda del espíritu de verdad a responder a los desafíos de cada época, en obediencia a la Revelación».
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Así los ministerios laicales se convierten en una participación armoniosa de los fieles en los misterios de la fe, con la finalidad de que cada ministro haga «todo y solo aquello que le corresponde por la naturaleza de la acción y las normas litúrgicas» Los fieles que conscientes de su propia vocación ejercen un determinado servicio en la Iglesia, obtienen mediante el ejercicio adecuado de su ministerio su propia santificación personal y comunitaria.
El pasado 10 de mayo de 2021 el Santo Padre instituyó el ministerio laical del catequista a través del motu proprio Antiquum ministerium, fortaleciendo así la fuerza viva del laicado en la Iglesia.