La advocación de Nuestra Señora de la Encarnación representa a la Virgen en el momento en que el ángel Gabriel le anunció que sería la madre del Salvador: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios…”
La Encarnación representa el misterio de la unión de la naturaleza divina y la naturaleza humana en Jesucristo, uno de los primeros dogmas de la Iglesia. En el año 381, los Padres de la Iglesia lo plasmaron en el Credo Niceno-Constantinopolitano: “por obra del Espíritu Santo se encarnó en María La virgen, y se hizo hombre”.
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Y María, al aceptar la voluntad de Dios, se convierte en la Madre de Dios (Teotokos), un acto de fe y obediencia maravilloso y ejemplar para los cristianos.
La festividad de la Encarnación se conmemora el 25 de marzo, coincidiendo con la solemnidad de la Anunciación y es justamente nueve meses antes de la Navidad.

Devoción
La advocación de Nuestra Señora de la Encarnación es venerada España, como patrona del municipio Adeje en Tenerife. En Andalucía, la catedral de Málaga está dedicada a ella. En Latinoamérica está presente en Colombia, donde es patrona de una algesia colonial en Popayán y en Lima, Perú, es patrona de una parroquia.
Caminata
Existe una oración que se ofrece a esta advocación mariana llamada la Caminata de la Encarnación, que invita a acompañar a la Madre Celestial durante el tiempo de su embarazo, encomendando tres intenciones o gracias que se desee alcanzar por intercesión de la Santísima Virgen. Comienza el 25 de marzo y finaliza el 25 de diciembre.

Oración:
“Oh Virgen de la Encarnación, mil veces te saludamos, mil parabienes te damos por el gusto que tuviste cuando Dios en ti encarnó, pues eres tan poderosa, oh Virgen y madre de Dios, concédeme lo que te pido por amor de Dios, por amor de Dios”.
Se rezan tres salves y en cada una se pide la gracia.
Al final se reza un Ave María.
Ana Leticia Zambrano