“(…) Si quieres ganar para Dios esos corazones endurecidos, reza mi salterio”. Estas fueron las palabras de la Santísima Virgen a Santo Domingo de Guzmán en el año 1208, en respuesta a las súplicas del Santo para responder a sus súplicas por la conversión de los albigenses. Este es, según la Tradición, el origen del Santo Rosario.

En el año 1651, el batallón de soldados cristianos venció a los musulmanes en la batalla de Lepanto, victoria que se atribuyó al rezo incesante del santo rosario por parte del pueblo cristiano, a petición del Papa Pío V, quien en acción de gracias instituyó la fiesta, llamándola “Santa María de la Victoria”. El Papa, Gregorio XIII, transformó el nombre y la llamó Nuestra Señora del Rosario.
Lea también: Encuentro de Agentes Parroquiales de Comunicación: impulso a la difusión de la Buena Nueva
En atención a esta devoción mariana, el Papa León XIII incluyó la invocación de “Reina del Santísimo Rosario en las letanías y consagró el mes de octubre a motivar especialmente el rezo del de esta oración “cristocéntrica”, es decir, centrada en Cristo, pero que también en ellos se resalta la presencia de su santísima madre, quien dijo sí a la voluntad de Dios abriendo la puerta a la redención.

En las apariciones de Fátima y Lourdes, la Santísima Virgen ha pedido que se rece el rosario para alcanzar la conversión de los pecadores y la paz del mundo. La devoción del Santo Rosario es una de las más queridas y valoradas por el Magisterio de la Iglesia y la devoción se mantiene en la fe de las promesas hechas por María a quienes lo recen continuamente:
-“A todos los que recen devotamente mi Rosario, prometo mi especial protección”.
-“El Rosario hará florecer de nuevo las virtudes y las obras buenas, y obtendrá para las almas la más abundante misericordia de Dios”.
-“Quien rece el Rosario meditando sus misterios no será castigado por la justicia de Dios: se convertirá si es pecador, crecerá en gracia si es justo y será hecho digno de la vida eterna”.
-“Los devotos de mi Rosario, en la hora de la muerte, no morirán sin sacramentos”.
-“Cada día libraré del purgatorio a las almas devotas de mi Rosario”.
-“He obtenido de mi Hijo que todos los devotos del Rosario tengan como hermanos en la vida y en la hora de la muerte, a los santos del cielo”.
María Santísima en la advocación de Nuestra Señora del Rosario es la patrona de la Diócesis de San Cristóbal.
Ana Leticia Zambrano