El obispo auxiliar de San Cristóbal, monseñor Juan Alberto Ayala expresó que la canonización del beato José Gregorio Hernández es un motivo de alegría y de acción de gracias, porque el médico de los pobres fue un laico que supo conjugar la profesión y la catolicidad en medio de su trabajo, fue generoso y misericordioso, aprovechando esos momentos también para la evangelización.
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“Él estaba muy dedicado a hacer el bien a los enfermos y siempre había un momento para evangelizar. Además, siempre antes de comenzar su jornada de trabajo pasaba por la iglesia y participaba de la eucaristía. Su ejemplo nos llama a valorar ese sacramento en nuestra vida”.

Monseñor Ayala señaló que el Dr. José Gregorio Hernández fue un hombre cercano de espíritu, tenía su corazón abierto a Dios y ese corazón le llevó a hacerlo presente en su trabajo.
“Para los laicos es un gran ejemplo a seguir. Su testimonio y su entrega por la gente, especialmente los más humildes, nos dice que debemos cuidar al pueblo de Dios y ese cuidado sale del encuentro, de la oración, de la cercanía, recordando que todos somos hijos de Dios y por lo tanto somos hermanos”.