El 1 de noviembre de 2002, el actual obispo auxiliar de la Diócesis de San Cristóbal Monseñor Juan Alberto Ayala recibió, junto a los presbíteros Jesús Omar Mora y Luis Homero Guerrero, la ordenación sacerdotal. Hoy, el prelado celebra 22 años de ministerio agradeciendo a Dios por tantas bendiciones y renovando su compromiso de edificar el Reino.
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Gentilmente monseñor Ayala conversó con Diario Católico sobre esta conmemoración, recordando cómo fue su llamado a la vida sacerdotal. Manifiesta que su vocación fue, en primer lugar, fruto de la oración de su familia. También recuerda que cuando estaba en quinto grado asistió a la primera ordenación celebrada en su natal Pregonero. “Ese día comencé a pensar que me gustaría ser sacerdote”.
Camino
Ingresó al Seminario Menor, cursó el bachillerato y cuando estaba en quinto año dudó de continuar el camino sacerdotal, se presentó para estudiar medicina y fue admitido. Sin embargo, finalmente, la vocación se impuso, permaneció en el seminario, hizo filosofía y teología.
“Por obra de Dios me correspondió hacer la Pastoral con Monseñor Mario Moronta. Al poco tiempo me ordenaron Diácono. Monseñor me nombró notario de la curia, fui director de pastoral vocacional de la Diócesis y notario del Tribunal. Cuando me ordené sacerdote, el Obispo me nombró canciller de la Diócesis, estuve allí un año y fui enviado como vicerrector del Seminario Menor. En esa labor permanecí 13 años, ocho de ellos como director de la Unidad Educativa. Luego, Monseñor me dijo que necesitaba una experiencia parroquial, asignándome en la iglesia Nuestra Señora de Los Ángeles en La Grita, hasta que el 16 de junio de 2020 me llamaron de la Santa Sede para decirme que el Papa me había electo Obispo”.
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Monseñor Ayala confiesa que ese día lloró mucho, incluso se enfermó varios días. “Fue un momento muy duro porque yo no me esperaba eso, nunca pensé que Dios me tuviera para eso, además el Papa Francisco siempre nombraba a los obispos de 50 años para arriba y yo apenas estaba cumpliendo 46. Pero bueno, bendito Dios, se fijaron en mí”.
Monseñor Ayala está convencido de que “la esencia de todo es el sacerdocio. Lo demás son misiones que pide la Iglesia”
Momentos difíciles
Al consultarle sobre las etapas de dificultad, expresa que la muerte de sus padres marcó su vida, pero también agradece el apoyo de la familia, de los formadores del seminario, los amigos y compañeros.
Luego, “En la vida sacerdotal me correspondió dirigir el Seminario Menor apenas a un año de ordenado. Lo recibí con 200 muchachos, llegamos a tener hasta 300, no era fácil. Viví momentos duros, dificultades con los jóvenes, con los representantes. Pero todo fue un gran aprendizaje”.
Gratitud
“Mi expectativa es seguir dando lo mejor que pueda. Agradecer a Dios por haber colocado en mi camino a Monseñor Mario Moronta porque no solo ha sido pastor, sino un padre, un amigo, un hermano cercano, una persona que siempre lo invita a uno a dar más. Una persona que no se queda quieta para nada, sino que siempre está buscando el bien del Pueblo de Dios y construyendo el Reino de Dios”.
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“Yo no me ordené para estar donde estoy, sino donde Dios me quiera tener”, afirma. “A mí nunca se me ha dificultado la obediencia, siempre lo he dicho a mis superiores, yo sé bien que donde yo voy, es porque Dios así lo quiso, así que voy con todo el cariño donde me pongan, donde me pidan que esté”.
Al finalizar, el Obispo implora al Padre la fortaleza necesaria para honrar su misión. “El Señor sabe que yo solo no puedo, pero con Él sí”.
Ana Leticia Zambrano