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Monseñor Lisandro Rivas: desde ya entrego este ministerio al Santo Cristo y a Nuestra Señora de la Consolación

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Monseñor Mario Moronta, compartió a la feligresía un escrito testimonial de Monseñor Lisandro Rivas,  VI obispo de la Diócesis de San Cristóbal.

El texto en el cual el prelado trujillano comunica su itinerario vocacional y misionero, es, a criterio de Monseñor Mario Moronta un espejo de la actitud con la cual se encarnará en la Iglesia local:

EL PASO DE DIOS EN MI VIDA

Soy Lisandro Alirio Rivas Durán, IMC, hijo de Alirio Domingo Rivas y Estéfana Durán de Rivas, oriundo de Boconó estado Trujillo. Mi familia es una familia tradicional campesina con grandes valores humanos y espirituales. Es una familia pequeña ya que tengo solo una hermana Lizay Coromoto Rivas Durán, Licenciada en Enfermería y dos sobrinos Vicente Enrique y Lisnet Stefania. Por la familia paterna tengo un gran número de tíos en cambio por mi familia materna son menos numerosos.

Mi infancia y adolescencia trascurrieron entre el campo (el Barzal) y la ciudad (Boconó), considerándome un niño y un adolescente inquieto, que le gustaba estudiar, trabajar, asistir a la misa dominical, ayudar en los oficios de la casa y de vez en cuando participar de las actividades de la iglesia. Todo esto me fue ayudando a despertar mi inquietud vocacional en servir y ayudar a los más necesitados, luego al irme haciendo un jovencito, me comprometí aún más en mi parroquia Nuestra Señora de Coromoto en el sector la Sabanita, y creo que esto me ayudó a ir apasionándome en buscar lo que el Señor me estaba indicando.

Dentro de esta búsqueda inquietante que me acompañaba a no detenerme, entré en el seminario menor Sagrado Corazón de Jesús de la Diócesis de Trujillo, allí estudie mis primeros dos años de bachillerato. Por razones económicas y por no tener claro mi horizonte vocacional, me solicitaron de regresar a mi pueblo para continuar mi bachillerato y luego más adelante ir al seminario mayor. Así fue, regresé a casa para continuar con los estudios de la escuela secundaria y poco a poco me fui integrando de nuevo en la vida de la parroquia.

En medio de los quehaceres y actividades de cada día de un joven campesino, me inicié como catequista, me hice miembro de la Legión de María y del grupo juvenil parroquial. La parroquia gozaba de un sacerdote con un gran entusiasmo misionero, en donde colocaba a todos los miembros de los diferentes apostolados a salir y evangelizar. Todo esto coincide con la gran misión nacional que preparaba la primera visita de San Juan Pablo II a Venezuela (1985). Fue durante esta gran misión que entré en contacto con la Congregación Religiosa Misioneros de la Consolata, quienes trabajan en la parroquia de la Puerta, en la Diócesis de Trujillo.

Inicié el acompañamiento vocacional con ellos, el cual duró dos años, luego en septiembre de 1985 entré en el seminario de los Misioneros de la Consolata para culminar mi bachillerato y hacer la experiencia del aspirantado. Culminado este año académico inicié los estudios de Filosofía en el Instituto “Juan German Roscio” de la Compañía de Jesús (Jesuitas) en Catia – Caracas. A mediados del 88 inicié el postulantado, etapa previa al noviciado y a inicios del 89, el año canónico del noviciado en Bucaramanga – Colombia, haciendo mi primera profesión religiosa el 7 de enero de 1990.

Al hacerme discípulo misionero del Señor para continuar con esta aventura de la misión Ad Gentes, con la profesión de los consejos evangélicos, me llevó luego a realizar mis estudios de Teología en Londres en un Instituto “Missionary Institute London”, afiliado a la Universidad de Lovaina en Bélgica, culminándolos en julio de 1995. Durante este proceso de formación teológica fui renovando año tras año mi profesión religiosa, identificándome cada vez más con la opción misionera de Jesús de Nazaret, haciendo mi profesión perpetua en la Congregación de los Misioneros de la Consolata el 3 de diciembre del 94 y el 11 de febrero del 95 recibí la ordenación Diaconal.

Ese mismo año, el 19 de agosto recibí la Ordenación Presbiteral en mi parroquia natal, partiendo luego para el continente africano, al país llamado Kenia,para vivir con alegría y entusiasmo mi ministerio presbiteral misionero, con el santo pueblo de Dios que peregrinaba en las parroquias de Kangeta, Mikinduri y Kagaene de la Diócesis de Meru. Experiencia que me hizo vivir mi vida ordinaria de manera extraordinaria, ya que el sumergirme en esa nueva Iglesia, cultura, idiosincrasia, etc., me llevo a renacer de nuevo, a rehacer nuevamente la teología con la unción del pueblo de Dios, haciendo de la inculturación una mediación para vivir la misión con sabor a Evangelio en y desde las pequeñas comunidades de base, en la formación de los catequistas, en la celebración de los sacramentos y sobre todo en las visitas a los hogares que confirmaban mi servicio misionero en total donación.

En el año 2000 del Gran Jubileo, la obediencia me hace regresar a Venezuela para ofrecer mi servicio en la formación de base en la Congregación. Después de 5 años acompañando a jóvenes aspirantes y postulantes durante el periodo de la filosofía, me eligen Superior delegado de los Misioneros de la Consolata, servicio que ofrecí hasta junio del 2011. Durante este tiempo de gracia sirviendo a la Iglesia venezolana a través de la Congregacion, lo viví en el acompañamiento a los misioneros presentes en las diferentes opciones que la Congregación lleva adelante en Venezuela, pero a su vez inserto en la vida de la Iglesia local, como nos pedía San José Allamano, nuestro fundador. Acompañé de igual manera la pastoral carcelaria, como también las comunidades del barrio Carapita, ubicado al oeste de la ciudad capital.

En septiembre 2011, la Dirección General me envía a Bogotá- Colombia como rector del seminario mayor de los Misioneros de la Consolata, allí permanecí hasta agosto del 2014 cuando nuevamente la misión Ad Gentes me pide de ser un misionero en salida e ir a Roma como rector del Pontifico Colegio Misionero San Pablo Apóstol de Propaganda Fide para acompañar a sacerdotes provenientes fundamentalmente de África, Asia, Oceanía y algunos de América Latina que eran enviados por sus obispos para realizar estudios y especializaciones en diferentes disciplinas académicas; permanecí en este Pontificio Colegio hasta febrero del año 2022.

El 23 de diciembre 2021 el papa Francisco me sorprende con el nombramiento como Obispo titular de Dárdano y Auxiliar de la Arquidiócesis Metropolitana de Caracas. Obedeciendo a esta solicitud del santo padre regresé a Venezuela para recibir la Ordenación Episcopal el 12 de marzo del 2022. Desde ese momento hasta hoy he ejercido mi ministerio episcopal en esta gran metrópolis con mucha gratitud, alegría y entusiasmo, haciéndome compañero de camino con los ministros ordenados, vida consagrada y laicos comprometidos que peregrinan en esta iglesia particular de Caracas. He vivido esta experiencia como una gran escuela en donde he podido poner en práctica lo que nos pide el Papa Francisco a los pastores: algunas veces ir adelante, otras veces ir en el medio y otras veces ir detrás, pero siempre juntos y en actitud de escucha, para que nadie se quede en el camino y todos juntos avancemos en espíritu sinodal.

Nuevamente el Señor me sorprende a través de nuestro papa Francisco, cuando el 31 de octubre 2024 me nombró Obispo titular de la Diócesis de San Cristóbal en el estado Táchira, nombramiento que he recibido con mucha humildad, asombro, alegría y gratitud. Quiero colocar desde ya este ministerio de entrega y servicio pastoral al santo pueblo de Dios que peregrina en San Cristóbal, bajo la protección del Santo Cristo de La Grita y del cuidado maternal y cercano de Nuestra Señora de la Consolación de Táriba. Que el Señor que me ha llamado a este servicio como pastor en tierras tachirenses, lo conduzca y lo lleve a feliz término.

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