Luego de la peregrinación y fiesta del Santo Cristo de La Grita, ya con el corazón reconfortado en la serenidad del rostro de Nuestro Señor, los creyentes vuelven la mirada a María del Táchira, cómo la llama el obispo diocesano monseñor Mario Moronta, Nuestra Señora de la Consolación, la intercesora por excelencia, a quien cientos de devotos agradecen caminando hasta su morada.
La fiesta patronal de la Virgen de la Consolación forma parte de las celebraciones más significativas del mes de agosto en las tierras andinas. Estos días la Basílica Menor de Táriba y todo el municipio reciben gran cantidad de visitantes. Ahora bien, más allá de los días festivos el templo es durante todo el año la meta de tantos y tantos devotos que se acercan para pedir y agradecer las gracias y favores alcanzados por la Virgen.
Jesús Alberto Reyes, diácono de la parroquia de La Consolación, asiste y colabora desde hace más de 40 años en la iglesia, por lo que afirma que, a diario desde tempranas horas observa a niños, jóvenes, ancianos, a familias completas dando gracias por el alivio de sus necesidades.
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“Sabemos que una madre siempre está pendiente de sus hijos y sobre todo la Madre de Dios. Nosotros tenemos aquí en Táriba la dicha de que, durante más de cuatro siglos nos acompaña la imagen de la Virgen de la Consolación, que es una imagen que se renovó milagrosamente hace exactamente 424 años, aunque la devoción como tal tiene más de 450 años”, expresa el diácono.
Explica que una de las advocaciones marianas más antiguas del mundo es la Virgen de la Consolación. “Imagínese, ella le hizo el milagro a Santa Mónica, de la conversión de su hijo San Agustín. Uno ve la confianza y la fe de la gente al pedirle a la madre. Indistintamente del comportamiento, de la situación que se viva, la madre nunca rechaza a nadie. Por más que caigamos en el pecado, ella se ocupa de todos los seres humanos sobre la tierra, sin distinción de ningún tipo” aseguró.
“No hay como acudir al amor de la madre, por supuesto sin descuidar la presencia de Dios en nuestras vidas. El amor de la Virgen nos consuela, nos llena de su ternura y recordemos que los milagros los hace Dios por intercesión de la Virgen. Ella como buena madre intercede por las peticiones de sus hijos”.
Seminario
Al consultarle sobre los milagros alcanzados por intercesión de Nuestra Señora, el diácono Reyes menciona uno muy especial que está grabado en uno de los vitrales de la basílica y que enlaza a la Virgen de la Consolación con el seminario diocesano Santo Tomás de Aquino que en el mes de febrero arribará a su primer centenario.
“Cuando monseñor Alejandro Fernández Feo, tercer obispo diocesano vio que el seminario que funcionaba en la sede de Loma del Tejar en San Cristóbal (hoy sede de la Universidad Católica del Táchira) ya no se daba abasto, él vino hasta la a la basílica para pedirle a la Virgen que le concediera la oportunidad de conseguir un terreno para construir un seminario.
Al salir del templo se le acercó un señor y le dijo “monseñor, usted está buscando un terreno para hacer un seminario, yo lo tengo en Toico”. De una vez se le dio el milagro. Por eso dicen que los consentidos de la Virgen son los sacerdotes”.
Conversión y sanación
Otro milagro que recuerda el diácono, implica conversión y sanación. Narra que un docente que no profesaba la religión católica, padecía de una enfermedad renal. Unos amigos lo llevaron “casi obligado” a la iglesia y le insistieron que pidiera a la Virgen por su salud. “Esa misma noche lo llamaron de Colombia para decirle que tenían un donante de riñón. Lo operaron y vivió después de muchos años”. Luego de ese favor, el hombre creyó y se acercó a la iglesia.
Sigue recordando testimonios y señala que ha conversado con muchas parejas que han venido a los pies de la Virgen para pedirle el favor de tener descendencia y luego de un tiempo regresan a bautizar a sus hijos.
Basado en la fe y en la formación que le llevó a recibir el orden sacramental del diaconado, Jesús Reyes manifiesta que la fe mueve montañas. “He visto a tantas personas que vienen con fe a implorar un milagro, y lo alcanzan. Yo mismo doy testimonio, pues en el 2008 me detectaron cáncer en la vejiga. Le pedí mucho al niño Jesús y a Nuestra Señora de la Consolación y aquí estoy”.
Peregrinar
Al referirse a la peregrinación, Reyes considera que es importante prepararse espiritualmente acudiendo al sacramento de la reconciliación y la comunión. Plantea que no se debe limitar a asistir una vez al año a la Iglesia, sino que ese caminar debe implicar un cambio de vida, acercarse más a Dios y a los sacramentos, pero sobre todo mejorar en la fraternidad y en la caridad.
“Que esa peregrinación permita hacer un cambio, mover el corazón y la acción. Los invito a confiar en Dios y a ponerse bajo el amparo de la Virgen María, en la advocación de Nuestra Señora de la Consolación”.
Ana Leticia Zambrano