Vivir en Venezuela se ha vuelto una odisea para millones de personas. La falta de servicios públicos, transporte, los altos índices inflacionarios impiden que el ciudadano común desarrolle una vida normal.
Esta situación, se dificulta aún más, a aquellos a quienes su cuerpo les ha generado cicatrices producto de cirugías para dar mejoría algún malestar, ejemplo de ello, los pacientes trasplantados.
Cada seis de junio, la Organización Mundial de la Salud –OMS-, conmemora el Día del Paciente Trasplantado, acción que ofrece una nueva oportunidad de vida a aquellas personas que son beneficiadas con la donación de órganos, para que así puedan gozar de una mejor salud.
Entre las partes del cuerpo que pueden ser trasplantados se encuentran: el corazón, los pulmones, el hígado, los riñones, el páncreas y el intestino. De parte de los tejidos, las córneas, la piel, los huesos, los vasos sanguíneos, válvulas cardiacas, cartílagos, tendones y nervios.
En el país, más de 500 mil personas se encuentran en lista de espera, teniendo mayor demanda, quienes padecen insuficiencia renal. Al menos mil 500 esperan por un riñón.
En el estado Táchira, la cifra de trasplantados de riñón asciende a 46, de los cuales 45 son adultos y una menor de edad, quienes deben buscar la forma de sobrevivir por la falta de inmunosupresores, medicamentos que les ayuda a mantener en funcionamiento el injerto.
Jesús Mendoza fue operado en el Hospital Militar de Caracas el pasado año 2008, relata que su vida cambió desde aquella operación, pero se ha mantenido de pie para las adversidades con las que ha tenido que lidiar.
Recordó que en febrero de 2017 se agudizo la crisis de medicinas, pues durante cuatro meses, los fármacos no llegaron al Instituto de los Seguros Sociales Dr. Patrocinio Peñuela, centro de salud encargado de otorgar este tratamiento.
“El Seguro Social solo cuenta con una cava para distribuir a todo el país, y nosotros somos el último eslabón de toda la cadena y pese a todo, no siempre llega completo” dijo.
Cada paciente toma al menos tres inmunosupresores, y de diferentes miligramos, esto se determina de acuerdo a las características de cada persona.
“De los tres inmunosupresores, a veces solo llegan dos o uno. Este mes, solo me llegó un medicamento” indicó.
Mendoza señaló que hasta el año 2012, les era entregado los medicamentos para un lapso de seis meses, ahora, cada 30 días deben asistir al IVSS en búsqueda del tratamiento para el mes.
“Hay veces que llegamos a las seis de la mañana, y son las tres de la tarde y aún estamos allí” manifestó.
El pasado año 2018, tres pacientes murieron en la región por la falta de medicamento, este 2019 la cifra se incrementó a cuatro.
Solidaridad ante la crisis
Jhonny Varela, fue trasplantado en 2003, en una clínica de Caracas, y afirmó que la crisis ha despertado la solidaridad entre los pacientes.
A través de grupos de whassap, se comunican y cuando algún paciente le hace falta un medicamento, se prestan o donan, con el fin de solventar y evitar fallas en el riñón, lo que podría traer como consecuencia rechazo al injerto, obligándolos a asistir a unidades de hemodinamia, o peor aún, la muerte.
Oxigeno desde el exterior
Quienes cuenten con familiares en el exterior, optan por recibir ayuda para la compra de medicamentos que debe hacerse en la ciudad de Cúcuta, pues en San Cristóbal, la única empresa autorizada para venderlos es Fundación Badan, y no llegan desde el pasado año 2018.
“Hay momentos donde la escasez es tan fuerte que no tenemos medicina para prestar ni tenemos para nosotros, es por ello, que acudimos a nuestros familiares que están fuera de Venezuela” apuntó Mendoza.
Aquellos que no tienen seres queridos fuera del país, optan por vender prendas de oro u otros enseres para cumplir con todo el tratamiento que en Colombia, oscila en 380 mil pesos.
Los fármacos más consumidos son, micofelanato, prednisolona, y tacrolimus, teniendo un costo éste último de 320 mil pesos. A esto se suma, las píldoras para controlar la tensión y otras afectaciones.
Suspensión de programa
La Fundación Venezolana de Donaciones y Trasplantes de Órganos, Tejido y Células –Fundavene-, trabaja en la consolidación de un amplio concepto ciudadano en pro a la donación de órganos.
Sin embargo, desde el pasado año 2017, este programa se encuentra suspendido, por tanto, una persona que presente muerte cerebral está descartada para la donación de sus órganos. Los injertos solo están autorizados para ciudadanos vivos, entre familiares, hasta tercera generación.
“Anteriormente, el Hospital Central contaba con un equipo especializado de procura de órganos, quienes se encargaban de enviarlos por avión al paciente que esté más cerca en la lista” acotó Mendoza.
Los trasplantes solo se realizan en Caracas y Mérida. En un centro médico privado esta cirugía supera los 15 mil dólares.
Los niños son prioridad para el trasplante, y los órganos serán distribuidos de acuerdo al tipo de sangre y el lugar donde se encuentre el paciente que lo va recibir, no obstante, el país no cuenta con el líquido de preservación.
Llamado a las autoridades
Ambos pacientes trasplantados hacen un llamado a las autoridades gubernamentales para que no falten medicamentos, pues de estos fármacos depende el buen funcionamiento del injerto.
Piden que sea constante, la llegada de los inmunopresores tal y como ocurría en años anteriores.
“Nuestro temor es ser uno más en la lista de fallecidos en el Táchira” agregó Mendoza.
Maryerlin Villanueva
@mayevillanueva