«Ya de pequeños podemos aprender a ser constructores de puentes y buscar oportunidades para ayudar a los demás». De ello está convencido León XIV, que respondiendo a las preguntas de algunos niños con los que se reunió ayer en el Vaticano les instó a buscar la amistad con Jesús participando en la misa, a acoger a los que son diferentes y a comprometerse en la construcción de la paz.
La ocasión fue la visita que realizó hacia el mediodía de ayer, 3 de julio, en el Aula Pablo VI, donde estaban reunidos los más de 300 participantes del Estate Ragazzi en el Vaticano, a los que poco antes se habían unido otros tantos niños de la misma edad procedentes de Ucrania acogidos por Cáritas Italiana.
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Respondiendo a tres preguntas formuladas por tres niños representantes de los distintos grupos de edad, el Pontífice se dirigió a los presentes después de que uno de los animadores le presentara la iniciativa, que cumple su sexta edición. Coordinado por el sacerdote salesiano P. Franco Fontana, siguiendo el modelo de los oratorios de San Juan Bosco, el lema de este año es «El Otro, cuando el Otro lo es todo»: un tema elegido para que los jóvenes participantes aprendan a superar los prejuicios, en un momento en el que parece cada vez más complicado hablar, relacionarse, compartir palabras, pensamientos e incluso momentos de juego y diversión juntos.
Misa de niño en Chicago
La primera en dirigirse a León XIV fue Giulia, que le preguntó si iba a misa de niño. «¡Claro que sí! – siempre, todos los domingos, con papá y mamá». Luego, añadió, tejiendo de nuevo el hilo de los recuerdos de su infancia en Chicago, «desde los 6 años más o menos fui también monaguillo en la parroquia y así, antes de ir a clase, en la escuela, que era una escuela parroquial, había misa a las 6.30 de la mañana y mamá siempre nos despertaba y decía: «Vamos a misa».
Y luego también servir en la misa era algo que me gustaba mucho, porque ya de pequeño me habían enseñado que Jesús está siempre cerca, que el mejor amigo es siempre «Él»y que la misa era una manera de encontrar a este amigo, de estar con Jesús, incluso antes de hacer la Primera Comunión».
En este sentido, el Papa Prevost recordó que en aquella época la celebración «era en latín» – «todavía teníamos que aprender latín para la misa y luego, más tarde, para mí, que nací y viví en Estados Unidos, cambió al inglés», comentó. Pero lo importante, añadió, «no era tanto en qué idioma celebrábamos, sino simplemente tener esa experiencia de conocer a otros chicos que también servían la misa juntos»; así que «siempre la amistad, y luego esta cercanía con Jesús en la Iglesia. Siempre fue algo muy hermoso».
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