Los diáconos casados o solteros, en estado permanente, no es algo nuevo. El primer mártir de la Iglesia fue un diácono (San Esteban). El término “diácono” aparece 29 veces en los Evangelios. San Francisco de Asís fue un diácono. Aun así, muchos católicos no tienen idea de qué es un diácono. En la iglesia primitiva, los apóstoles crearon el diaconado como ayuda y colaboración, permitiéndoles de esta manera, concentrarse en la esencia de sus deberes. Mientras tanto, los diáconos asumieron el liderazgo de las funciones caritativas y administrativas de la comunidad.
Las alusiones con respecto al diaconado en la Iglesia anteceden al Nuevo Testamento. En la plegaria de ordenación del diaconado son nombrados los “hijos de Leví”. Moisés, instruido por Dios, estableció un grupo de hombres, los levitas, para que representaran al pueblo en servicio de los sacerdotes y para ser ministros del antiguo tabernáculo en la Antigua Alianza (Números 18,1-6):
“Yavé dijo a Aarón: «Tú, tus hijos y tu tribu contigo, serán responsables del santuario. Tú y tus hijos contigo, tendrán la responsabilidad del sacerdocio. También harás que participen en el culto los Levitas: son tus hermanos, de la tribu de tu padre. Te ayudarán y te asistirán cuando tú y tus hijos tengan que servir en la Tienda del Testimonio. Serán socios de ustedes en todo el servicio de la Tienda, pero no se aproximarán a los objetos sagrados, ni al altar, pues de lo contrario será la muerte para ellos y ustedes. Los acompañarán a ustedes en el servicio de la Tienda de las Citas, en todo lo que concierne al servicio de la Tienda, pero ningún profano se unirá a ustedes. Ustedes asegurarán el servicio del santuario y el del altar. De ese modo no se desencadenará sobre los israelitas la cólera de Dios. Yo mismo escogí a sus hermanos los Levitas de en medio de los israelitas para dárselos. Son donados de Dios para servir en la Tienda de las Citas. Tú, y tus hijos contigo, desempeñarán su ministerio en todo lo que se refiere al altar y a lo que pasa detrás de la cortina. Ustedes asegurarán su servicio y ese sacerdocio es un don que les hago; el extraño que quisiere meterse en eso, morirá”._
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La Iglesia siempre ha interpretado la selección de los “siete hombres de gran reputación” en Hechos de los Apóstoles 6,1-6 leemos:
“En aquellos días, a medida que crecía el número de discípulos, hubo quejas de los griegos contra los hebreos, porque sus viudas habrían sido descuidadas en la distribución diaria. Entonces los Doce convocaron a una reunión de los discípulos y dijeron: No es razonable que abandonemos la palabra. Por lo tanto, hermanos, he elegido de entre ustedes siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y la sabiduría, a quienes confiaremos en este oficio. Responderemos a la oración y al ministerio de la palabra sin cesar. Eligieron a Esteban, un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo; Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y Nicolás, prosélito de Antioquía”.
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Este pasaje bíblico nos muestra el inicio y origen del diaconado como un ministerio único del servicio cristiano. Los apóstoles nombraron a estos hombres para que asistieran en las necesidades de las viudas de habla griega en la Iglesia antigua de Jerusalén.
La institución del orden de los diáconos por los apóstoles nació de una temprana necesidad de servicio en la Iglesia, ya que los apóstoles no podían atender a todas las necesidades. La solución fue en instituir a siete hombres de buena reputación para que los asistieran en el ministerio. A través de la imposición de las manos y la plegaria de ordenación ellos encomendaron a estos hombres el ministerio de servir en la mesa.
Pbro. Juan Carlos Yañez