Los católicos suelen utilizar el término «Presencia Real» cuando hablan de la Eucaristía y de la presencia de Jesús en el pan y el vino consagrados.
Sin embargo, una persona de fuera no siempre sabe lo que eso significa o por qué la presencia de Jesús se llama, «real».
La presencia de Jesús en el mundo
En primer lugar, es importante señalar que Jesús está presente de diversas maneras en el mundo, como explica el Catecismo de la Iglesia Católica:
«Cristo Jesús, que murió, sí, que resucitó de entre los muertos, que está a la derecha de Dios, que intercede verdaderamente por nosotros», está presente de muchas maneras en su Iglesia: en su palabra, en la oración de su Iglesia, «donde dos o tres están reunidos en mi nombre», en los pobres, los enfermos y los encarcelados, en los sacramentos de los que es autor, en el sacrificio de la Misa y en la persona del ministro.
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En muchos sentidos puede parecer que Jesús está en todas partes, presente en toda su creación.
Sin embargo, proclama el Catecismo, «está presente… muy especialmente en las especies eucarísticas».
Presencia real en la Eucaristía
El Catecismo continúa diciendo que la presencia de Jesús en la Eucaristía es diferente de cualquier otra cosa en el mundo:
El modo de la presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es único. Eleva a la Eucaristía por encima de todos los sacramentos como «la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos». En el santísimo sacramento de la eucaristía «se contiene verdadera, real y sustancialmente el cuerpo y la sangre, juntamente con el alma y la divinidad, de nuestro Señor Jesucristo y, por tanto, todo Cristo».
Esta presencia única es llamada «real» por la Iglesia por una razón específica:
«Esta presencia se llama ‘real’ -con lo cual no se pretende excluir los otros tipos de presencia como si no pudieran ser también ‘reales’-, sino porque es presencia en el sentido más pleno: es decir, es una presencia sustancial por la que Cristo, Dios y hombre, se hace total y enteramente presente».
La Eucaristía sigue siendo un gran misterio, ya que el pan consagrado en la Misa parece ser simplemente pan. Nada cambia en su apariencia exterior, pero la Iglesia Católica ha enseñado constantemente a lo largo de los siglos que la «Presencia Real» de Jesús entra en el pan y el vino de una manera milagrosa.
A veces Dios ha permitido ciertos milagros para reforzar la fe de ciertas personas, en los que incluso las apariencias cambian en el cuerpo y la sangre de Jesús. Es un hecho poco frecuente, pero puede reforzar nuestra fe en que Jesús está realmente presente en la Misa.
Carlos A. Ramírez B.