La Residencia Geriátrica Padre Lizardo celebró recientemente su 95 aniversario. Es el refugio de 60 abuelos, quienes reciben la atención y los cuidados que ameritan por su condición de salud. El día a día implica un gran esfuerzo que realiza un grupo de trabajadores, pequeño de número pero enorme en mística. Una fe vivida en obras, en las que se hace presente la mano de Dios.
Camino al centenario, su directora, Rita Coromoto Sánchez, expresa la voluntad de perseverar en la misión de ofrecer a los abuelos una vida digna y acorde a sus necesidades. Actualmente, más de la mitad de los adultos mayores están en condición de beneficencia, algunos aportan los ingresos de la pensión y otros dan su contribución en función del estudio socioeconómico aplicado a la familia; eso se administra para la operatividad y pago de personal. No hay subsidio de ningún ente gubernamental.
“La cotidianidad es exigente, pero el personal asume la labor con compromiso, sabiendo que Cristo está en esos abuelos que están bajo nuestro cuidado” afirma la Directora, quien a propósito del aniversario, refirió la historia y el quehacer del geriátrico.
Historia
En 1928 el Concejo Municipal decretó la creación de un centro de atención a adultos mayores, instalado en el centro de San Cristóbal con el nombre del Padre Lizardo. Luego de unos años la administración pasó a manos del Centro de Acción Social Católica y de la Sociedad Bolivariana de Damas. A partir de 1948, la municipalidad cedió la gestión a la congregación religiosa de las Hermanas de los Ancianos Desamparados.
En 1972 se inició la construcción de la nueva sede en Pirineos, inaugurándose el 21 de enero de 1977 desde cuando pasó a ser Residencia Geriátrica. Las religiosas llevaron el centro asistencial hasta el 2009, cuando entregaron la administración a un grupo de laicos. Se instituyó entonces la Fundación Geriátrico Padre Lizardo.
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A partir del año 2018, la Alcaldía firmó un comodato con la Diócesis de San Cristóbal que a través de la Fundación Gran Canciller asumió la administración, dirección y operatividad del Geriátrico.
Desde entonces, Rita Coromoto Sánchez dirige el centro asistencial. Hasta el mes de julio contó con la valiosa ayuda del abogado Ramón Eduardo Mora, quien falleció. La contribución de Mora fue vital para garantizar los insumos y el bienestar de los abuelos y del personal.
Jornada
Si bien algunos abuelos son independientes, la mayoría requiere asistencia parcial o total para su supervivencia, esto implica contar con un servicio médico, enfermeros de guardia y un área de observación para solventar cualquier complicación que presente un abuelo, refiere Rita Sánchez.
El personal lo integran 17 trabajadores, entre enfermeros, cuidadores, personal de cocina, servicios y el área administrativa, quienes en su mayoría rotan su asistencia semanalmente. Algunos, por su responsabilidad, permanecen a disposición de la institución.
Sánchez narra que un día en el Padre Lizardo abarca desde la labor de higiene y preparación de cada abuelo, traslados a comedor, parque o sala de televisión, actividades de distracción, administración de tratamientos médicos, terapias. Es una labor que no se detiene y todos en algún momento tienen un requerimiento.
Abuelitos
Elixi Mayela Gómez Arellano, reside en el Geriátrico desde hace ocho años y medio. Ingresó por decisión propia. “Ha sido una experiencia encantadora, yo amo esta casa. Leo mucho, comparto con los abuelos. Yo fui terapista ocupacional en el psiquiátrico de Peribeca durante 25 años. Tengo hijos y nietos. Trabajé mucho en la vida y me vine a descansar”, refiere.
Al consultarle sobre algún aspecto a mejorar en la Residencia, comenta que le gustaría que les visiten más. Asegura que el trato que reciben es muy bueno: “el personal es excelente, los jóvenes nos atienden y nos tratan muy bien”.
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Félix Lizcano, ingresó por segunda vez al Geriátrico en el mes de febrero “He estado en dos épocas, me fui para Barinas, pero no puede seguir allá por el calor. Regresé y aquí estoy más tranquilo, he mejorado mucho mi salud. Al estar afuera valoré el beneficio que tenía antes”.
Lizcano se refirió al trabajo del personal de enfermería reconociendo su dedicación y calidad humana. “Las enfermeras son muy buenas, yo las observo y veo cómo son con los pacientes que dependen de ellas. Hay algunos que por sus padecimientos, son violentos, pero ellas les tienen mucha paciencia. Es una gran virtud tener este personal”.
Necesidades
Al conversar sobre los aspectos a mejorar en instalaciones y la operatividad, Rita Sánchez señala que “mantenernos en pie, es lo primero. Para mejorar, tenemos entre otros proyectos, reparar tuberías, acometidas eléctricas, acondicionamiento y modernización de baños, impermeabilización de las habitaciones de los abuelos, optimización de los vehículos”.
La directora menciona que si bien han recibido ayuda con sillas de ruedas, medicamentos, jornadas de atención por parte de algunas instituciones, es prioritaria la adquisición de colchones y camas clínicas.
“Todo aporte es bienvenido: comida, ropa, insumos médicos, medicamentos. También el acompañamiento para actividades recreativas y de compartir con los abuelos”, puntualiza Sánchez. Mientras tanto, cada trabajador del geriátrico atiende compasivamente a estos hombres y mujeres que en esta etapa de su vida han retornado a la fragilidad y vulnerabilidad de un niño.
Ana Leticia Zambrano