El mes de junio la Iglesia universal celebra la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, veneración inspirada en la meditación que históricamente ha realizado la Iglesia sobre las heridas propinadas a Nuestro Señor en su crucifixión. De ellas, la tradición de la fe ha hecho hincapié en la del corazón, del cual brotó sangre y agua.
La referencia sobre la primera celebración del Sagrado Corazón de Jesús, corresponde a San Juan Eudes, el 31 de agosto de 1670. Este hombre de Dios, quien se caracterizó por su devoción a la Santísima Virgen, tuvo este gesto de honra al Redentor.
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Más tarde, el Magisterio de la Iglesia, en atención a la propagación de la devoción, estableció la fiesta con carácter universal. El 11 de junio de 1899, por orden del Papa León XIII, toda la humanidad fue consagrada al Corazón de Jesús, y en 1956, Su Santidad Pío XII compiló los fundamentos teológicos, la fe y el culto en la encíclica Hauretis Aquas.
Esta carta apostólica explica ampliamente el sentido de esta devoción, tal es llamar a la humanidad al amor de Dios, expresado en el corazón de Jesús, el cual, aún herido y maltratado por la indiferencia de los hombres, ama y bendice a todo aquel que le busca.
A propósito de esta solemnidad, el presbítero Ricardo Prato, párroco de la iglesia Sagrado Corazón de Jesús de San Cristóbal, conversó sobre el significado de este culto y enfatizó en las promesas manifestadas por Jesús a Santa María Margarita de Alacoque.
Historia
“La devoción al Sagrado Corazón de Jesús se celebra durante el mes de junio, ocho días después de la fiesta de Corpus Christi. Es por esto que varía el día central, según la liturgia de la Iglesia. Esta solemnidad tiene como significado principal adorar el amor de Dios en la persona de Jesucristo y reparar la ingratitud e indiferencia que hemos tenido hacia Él”, comentó el padre Ricardo Prato.
Explicó el presbítero que en 1674, Jesús se presentó a Santa María de Alacoque (Francia 1647-1690), a quien le manifestó que deseaba ser honrado bajo la figura del Sagrado Corazón, y pidió a los fieles que lo recibieran con frecuencia en la eucaristía, especialmente los primeros viernes de cada mes y que practicaran la hora santa. También solicitó la consagración de las familias a esta devoción.
En los relatos biográficos de Santa María Margarita, la religiosa describe cómo en sucesivas manifestaciones Cristo le permitió ver su corazón “rodeado de llamas de amor, coronado de espinas, con una herida abierta, de la cual brotaba la sangre y el agua de su costado”.
El padre Ricardo Prato detalló que la intención de esta devoción fue expresada claramente por Jesús cuando le dijo a Santa María Margarita “he aquí el corazón que tanto ha amado a los hombres y en cambio, de la mayor parte de los hombres no recibe más que ingratitud, irreverencia y desprecio” pero a pesar de ello, el amor de Cristo permanece.
Promesas
Las promesas del Sagrado Corazón de Jesús fueron reveladas por el mismo Cristo a Santa María Margarita, quien sobre ellas refirió que son “por así decirlo, el esfuerzo final de su amor, el último invento de su caridad ilimitada».
Jesús manifiesta que los fieles que atiendan al llamado de venerar su corazón sagrado “recibirán las gracias necesarias a su estado de vida”, es decir, la ayuda de Dios en cada circunstancia. También otorga al Señor la paz en los hogares, consolación en las aflicciones, refugio en la vida y a la hora de la muerte, auxilio y bendiciones en los proyectos espirituales y temporales.
Otras gracias anunciadas a quienes profesen la devoción, destacan el amor infinito de Dios y su deseo de recibir como en el relato del hijo pródigo a todos sus hijos. Así, las promesas anuncian para los devotos: ser fuente de misericordia para los pecadores; conceder la conversión de las almas tibias y la perfección de las almas fervorosas.
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A los sacerdotes que abracen la devoción al Sagrado Corazón, Jesús concederá el don de conmover las almas más endurecidas. Al pedir la comunión los primeros viernes durante nueve meses consecutivos, Jesús asegura la gracia de la perseverancia final, es decir, el mérito de la vida eterna. Por último. Jesús exclama “Bendeciré a cada lugar en el que se exponga y se venere una imagen de mi sagrado corazón».
El padre Prato señala que en la manifestación del Sagrado Corazón, el mensaje de Dios es una exclamación al mundo para que se acerque a su misericordia. En este sentido, comenta sobre la vigencia de ese llamado, e invita especialmente a pensar en la familia. Recuerda que este mes es propicio para consagrar las familias, invitando a la oración, el encuentro y la renovación de la fe.
Para finalizar, el presbítero comentó que, en semejanza con la devoción de la Divina Misericordia, el culto al Sagrado Corazón contempla el rezo de una coronilla, cuya jaculatoria pide la gracia de la conversión: “Jesús manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo”.
Inmaculado Corazón de María
El corazón de la Santísima Virgen está lleno de la presencia de Dios desde el momento de su inmaculada concepción. El amor de nuestra madre del cielo y su participación en la obra de la salvación se recuerdan por tanto, en varios momentos de la liturgia. Es así como al día siguiente del Sagrado Corazón de Jesús, la Iglesia celebra la fiesta del Inmaculado Corazón de María.
La cercanía de estas celebraciones confirma la comunión del amor entre Madre e Hijo. Durante sus apariciones en Fátima, María hizo saber a los pastorcitos que Jesús deseaba establecer en el mundo la devoción a su Inmaculado Corazón.
La Madre de Misericordia intercede ante su hijo por la paz del mundo e invita a perseverar en la oración por la conversión de los pecadores.
Ana Leticia Zambrano