Nicolás nació en el 1245 en Sant`Angelo in Pontano, Macerata, Italia, fruto de un milagro, ya que sus padres eran personas ancianas y sentían que la oportunidad de tener hijos se escapaba de sus manos, peregrinaron a Bari para solicitar la gracia de un hijo al santo patrono de esa ciudad, el obispo Nicolás, una petición lograda con la intercesión del santo, cuyo nombre como parte del agradecimiento fue tomado.
Su infancia y su juventud la vivió con una entrega total al Señor, una pasión que adquirió al escuchar una predica de un religioso de la Orden de San Agustín, cuando discernía sobre el Evangelio de San Juan “No amen demasiado el mundo ni las cosas del mundo. Todo lo que es del mundo pasará”.
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“Después de escuchar el sermón Nicolás decidió renunciar al mundo y hacerse agustino. Pronto sería aceptado en el convento de los ermitaños del pequeño pueblo de Tolentino. Realizaría su profesión religiosa antes de cumplir los 18 años; y, en 1271, sería ordenado sacerdote en el convento de Cingoli”
Para el año 1275 fue trasladado a la ciudad de Tolentino, un lugar que colmaría de amor a través de la palabra de Dios con meditación y oración constante sumado a una entrega con el corazón para ayudar a los pobres y enfermos.
“Predicó en las calles, administró los sacramentos a la población y visitó asiduamente el asilo de ancianos, el hospital y la prisión; pasó largas horas en oración y cuando no, era porque se había sentado en el confesionario, para atender las necesidades espirituales de la gente. Ante todos se hizo evidente que el buen fraile agustino vivía con sencillez y ascetismo; y como hombre desapegado a las cosas de este mundo, los ayunos y pequeños sacrificios corporales no le eran extraños”.

San Nicolás murió el 10 de septiembre de 1305 y fue enterrado en la iglesia del convento de Tolentino, su hogar por más de tres décadas, en el año 1345, sus restos fueron exhumados y su cuerpo fue hallado incorrupto.
“Su cuerpo fue expuesto públicamente y se decidió que le fueran amputados los brazos para que sirvan como reliquias. Se asegura que en el momento de la amputación los brazos del santo sangraron profusamente, tal y como si estuvieran siendo separados de una persona viva”.
Fue canonizado el 5 de junio de 1446 por el Papa Eugenio IV y su culto se ha extendido en la Iglesia universal, además, como abogado de los fieles difuntos, por su gran devoción a las almas de purgatorio.
Oración
¡Oh glorioso Taumaturgo y Protector de las almas del purgatorio, San Nicolás de Tolentino!
Con todo el afecto de mi alma te ruego que interpongas tu poderosa intercesión en favor de esas almas benditas, consiguiendo de la divina clemencia la condonación de todos sus delitos y sus penas, para que, saliendo de aquella tenebrosa cárcel de dolores, vayan a gozar en el cielo de la visión beatífica de Dios.
Y a mí, tu devoto siervo, alcánzame, ¡oh gran santo!, la más viva compasión y la más ardiente caridad hacia aquellas almas queridas.
Amén
Carlos A. Ramírez B.