Santa Bernardita Soubirous, nació en Francia en el seno de una familia que habitaba en un sótano inmerso en la pobreza, donde junto a sus hermanos trataban de subsistir. Su padre, cuyo oficio se resumía en botar los desperdicios del hospital, no tenía los recursos para el sustento moderado de la familia.
Ante la precariedad de su vida, desde niña su salud fue frágil padeciendo enfermedades como cólera y, debido al clima frío de la zona, asma, una patología que limitaba su respirar y presentaba constantes ahogos.
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“En Bernardita se cumplió aquello que dijo San Pablo: «Dios escoge a lo que no vale a los ojos del mundo, para confundir las vanidades del mundo». La Santa a los 14 años no sabía leer ni escribir, una situación que la limitaba para hacer la Primera Comunión puesto que no se había aprendido el catecismo, sin embargo, todos los días rezaba con devoción a la Virgen y evitaba decir mentiras.
“Desde el 11 de febrero de 1859 hasta el 16 de julio del mismo año, la Santísima Virgen se le aparece 18 veces a Bernardita (…) Nuestra Señora le dijo: «No te voy a hacer feliz en esta vida, pero sí en la otra». Y así sucedió. La vida de la jovencita, después de las apariciones estuvo llena de enfermedades, penalidades y humillaciones, pero con todo esto fue adquiriendo un grado de santidad tan grande que se ganó enorme premio para el cielo”.

Por el estado de salud de Bernardita, la comunidad de las Hijas de la Caridad demoró su ingreso al verificar que era muy débil, una realidad que se evidenció cuando casi muere por un ataque de asma. Sin embargo, al recibir sus votos su mejoría fue inmediata.
“En la comunidad hizo de enfermera y de sacristana, y después por nueve años estuvo sufriendo una muy dolorosa enfermedad. Cuando le llegaban los más terribles ataques exclamaba: «Lo que le pido a Nuestro Señor no es que me conceda la salud, sino que me conceda valor y fortaleza para soportar con paciencia mi enfermedad”.
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Durante 15 años fue religiosa en un ambiente de indiferencia y desprecio. Durante los primeros seis años trabajó arduamente por la comunidad, sin embargo, las quejas de su enfermedad la mantuvieron nueve años bajo el suplicio de asma y tuberculosis, lo que hacía de su vida un constante sufrimiento.

“El 16 de abril de 1879, exclamó emocionada: Yo vi a la Virgen. Sí, la vi, la vi ¡Que hermosa era! Y después de unos momentos de silencio exclamó emocionada: Ruega Señora por esta pobre pecadora y apretando el crucifijo sobre su corazón se quedó muerta. Tenía apenas 35 años”.
El 8 de diciembre de 1933, el Santo Padre Pío XI la declaró santa.
Oración
¡Oh bienaventurada Bernardita! Acuérdate que la Virgen te dijo en la Gruta: «Ruega por los pecadores», para que se conviertan y hagan penitencia.
Ruega por mí, pecador, para que Dios perdone mis pecados.
Ruega por mí a María Inmaculada, pues confío en que te concederá cuanto la pidas, porque fuiste su confidente en la Gruta de Lourdes.
Así como Ella te prometió «hacerte feliz en el otro mundo», te concederá que hagas felices a los que devotamente acudan a ti.
A ti, pues, acudo humildemente, suplicándote no me dejes ni me abandones hasta verme contigo en el cielo.
Amén
Carlos A. Ramírez B.