La Santa Sede considera esencial sanar la «deuda ecológica» contraída con los países en desarrollo. Así lo afirmó el Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, monseñor Gabriele Caccia, en su discurso ante la Segunda Comisión de Desarrollo Sostenible.
El Prelado, a modo de prefacio, citó las palabras del Papa León XIV, con motivo de la Décima Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, y observó: «Parecemos incapaces de reconocer que la destrucción de la naturaleza no afecta a todos por igual». «Es evidente – continúa Caccia – que, quienes menos han contribuido al cambio climático y la degradación ambiental, incluyendo a los pobres y a las comunidades indígenas, suelen ser quienes sufren las consecuencias más graves y devastadoras».
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La Santa Sede definida por el arzobispo Caccia como una «convencida promotora del desarrollo humano integral», especialmente en estos tiempos marcados por innumerables conflictos y desafíos, y coincidiendo con el décimo aniversario de la encíclica Laudato Si’ del papa Francisco, «un texto profético que subraya la interconexión entre las personas y el planeta» cree que «las naciones y los sectores que han contribuido desproporcionadamente a la degradación ambiental y al cambio climático tienen la responsabilidad de apoyar a los más afectados por sus consecuencias».
«La corrección de la deuda ecológica comienza con los países desarrollados», afirma el arzobispo, y añade que este apoyo puede adoptar «diversas formas, incluyendo financiación adecuada, alivio de la deuda en tiempos de crisis, intercambio de tecnologías apropiadas y fortalecimiento de capacidades».
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