“En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, esta invocación que es el principio y cierre de todo acto litúrgico y del encuentro en oración, clama al misterio central de la vida cristiana, el misterio de Dios en sí mismo, como lo indica el catecismo de la Iglesia Católica al referirse a la Santísima Trinidad, la plenitud del amor de Dios con la cual nos identificamos a través de la fe.
Así lo señaló el presbítero, Jean Carlos Medina Poveda, vicario de la Parroquia Santísima Trinidad de Pirineos y Coordinador de la Facultad de Ciencias de la Religión de la UCAT, quien señaló que “es un misterio, ya que la razón humana no puede conocer la Trinidad y más aun partiendo de principios naturales, sin embargo, reconocemos su acción sobre nosotros por la fe, por ende, la Santísima Trinidad es un Misterio de fe. Nos permite identificarnos con Dios que es el Padre de la Creación, con el Hijo quien al encarnarse y vivir entre nosotros nos revela al Padre, y el Espíritu Santo que es el fruto del amor del Padre y el Hijo y que acompaña a la Iglesia a ser instrumento y proclamadora de la buena noticia de Dios, disponiéndose al mandato misionero que nos habla el Evangelio de san Mateo”.
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El presbítero explicó que la solemnidad de la Santísima Trinidad muestra la conformación total y completa de la pedagogía divina. Desde el anuncio de la encarnación del Hijo de Dios y de manera progresiva hasta llegar a esta solemnidad, se puede ir comprendiendo la acción divina en favor de sus hijos.
Sostuvo que esta manera pedagógica “la pudimos reconocer y celebrar durante este tiempo de pascua. Celebramos la resurrección del Salvador, aquel que nos comunicó el amor del Padre, a los 40 días después recordamos su ascensión, es decir, el retorno del Hijo a la derecha del Padre y seguidamente en Pentecostés, donde se cumplió la promesa dada a sus discípulos, el envío del Espíritu Santo. Así llegamos a esta celebración litúrgica en la cual adoramos a las tres Divinas Personas, afirmando su divinidad única y plena”.
Liturgia
El padre Poveda señala que el sentido Trinitario se visualiza desde la creación, es un testimonio que se recoge en el libro del Génesis 1, 26 “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”, en una expresión en número plural está incorporado el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
En los libros del antiguo testamento, especialmente en Isaías, continuó el presbítero, se anuncia el envío del mediador entre Dios y los hombres, el que vendrá para redimir al pueblo de sus pecados “porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado (…) Este es el Consejero admirable el Héroe divino, el Padre que no muere, el príncipe de la Paz” (Is 9, 1-6).
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Así, Jesús, nacido de María nos manifiesta con sus palabras y sus acciones lo que es el Padre. En los evangelios, Cristo le invoca en sentido filial “Abba, o sea Padre” (Mc, 14,36) y en acciones a través de su compasión, su entrega y su misericordia.
Luego, en el Espíritu Santo se cumple la promesa del hijo y se recibe la misión evangelizadora “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt, 28,20) dice Jesús a los apóstoles, y los envía a proclamar la Buena Nueva de salvación, otorgándoles la fuerza del amor de Dios, por la que fueron capaces de vencer el miedo que los paralizaba.
Ana Leticia Zambrano