El ladrón desarrolla las virtudes necesarias para acoger el reino de Dios. Así es, el ladrón: tuvo fe, porque creyó que reinaría con Dios, a quien veía morir a su lado; tuvo esperanza, porque pidió entrar en su reino, y tuvo caridad, porque reprendió con severidad a su compañero de latrocinios
“Él se convierte en el Cireneo que nos ayuda a cargar nuestros propios dolores. Dejemos que Cristo cargue aquello que nos pesa y ayudemoslos a cargar su cruz en esta Semana Santa”
“La Iglesia nos llama desde el profeta Isaías cuando nos dice que el ayuno que a Dios agrada también es el dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, en otras palabras, hacer vida el mandamiento del amor, todo aquello que hicieron a los más pequeños me lo hicieron a mí”