En la homilía, monseñor Juan Alberto Ayala, destacó que el sacerdote es el amor del corazón de Cristo, quien es un siervo de Dios y del pueblo, razón por la cual debe ser pan que debe dejarse comer por los hijos de Dios
Lo que jamás se habría imaginado este sacerdote diocesano es que su llegada a Roma coincidiría con la elección de “Monseñor Roberto” Prevost el obispo que durante más de nueve años llevó su diócesis y con quien tiene una relación de amistad, como sucesor de San Pedro