Más de 2 mil 219 kilómetros de tierra unen a Colombia y Venezuela. Países hermanos que por decenas de años han compartido su cultura, emociones, comercio, entre muchas otras cosas.
La crisis económica, humanitaria y diplomática surgida entre los presidentes Juan Manuel Santos y Nicolás Maduro por la presencia de miembros paramilitares en el eje fronterizo produjo la implementación de estados de excepción en varios municipios del estado Táchira, situación que se agudizó trayendo como consecuencia el cierre de los puentes internacionales en 2015.
Gracias a presiones de ONG, Iglesia Católica y algunas naciones se logró la apertura, sin embargo, desde entonces, se han producido algunos cierres temporales, esto debido a elecciones, y alteraciones de orden público que obligaron al Gobierno nacional a mermar el paso peatonal, tal es el caso de los enfrentamientos generados el pasado 23 de febrero, cuando la oposición buscó ingresar la ayuda humanitaria al país.
Este contexto obligó a venezolanos y colombianos, a usar centenas de trochas que hay en esta zona para circular entre ambas naciones. Quienes se dedican al contrabando, usaron estos pasos para volver lo ilegal, cotidiano.
El pasado 10 de junio, La Policía Metropolitana de Cúcuta, desplegó más de 500 uniformados en los sectores de La Parada y El Escobal, en inmediaciones de los puentes internacionales Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, donde se impidió el tránsito peatonal por estos puentes improvisados.
Los funcionarios desmontaron la estructura de madera que yacían sobre el río y quitaron los bultos de arena, que se convirtieron en los pilares de estos cruces irregulares.
El equipo de prensa de Diario Católico, acompañó a un grupo de efectivos a estos lugares junto al director de éste organismo policial, coronel José Luis Palomino López para conocer los trabajos de supervisión y patrullaje en este eje fronterizo.
La travesía
Siendo las ocho y media de la mañana, hora colombiana, partiríamos en una patrulla desde el ente ubicado en la ciudad de Cúcuta hacia dicha zona.
Con un inclemente sol, nos recibe en La Parada, decenas de personas que cruzaron. Estudiantes, viajeros, y quienes se dedican tanto al comercio formal como informal en este sector del departamento del Norte de Santander.
En compañía del piquete policial, comenzamos a caminar por estos terrenos llenos de maleza, piedras y un olor fétido producto de quienes hacen sus necesidades allí.
En el camino fueron detenidos seis personas, quienes se mostraron sorprendidos, pues no contaban con la presencia de uniformados al pasar por esta trocha llamada “La Marranera”.
Inmediatamente fueron interrogados, y señalaron que no poseían documentos, sus pertenencias se encontraban del lado venezolano. Ante esto Palomino informó que estos ciudadanos de nacionalidad venezolana serían entregados ante Migración, ente encargado de devolverlos a su país.
Al conversar brevemente con uno de ellos, manifestó que llevar chatarra hacia Colombia, le provee más ingresos que tener un trabajo estable del lado venezolano, pues un salario mínimo es insuficiente para cubrir los gastos de la canasta básica.
Dijo llamarse José Vivas, su acento denotaba ser del interior del país, era alto, moreno, usaba ropa vieja y desgastada. En su piel se reflejaba las quemaduras de un fuerte sol que no cesa hacia el área limítrofe.
Así como Vivas, muchos atraviesan estos pasos para llevar no solo chatarra, también, cobre, oro, coltán, medicamentos, entre otros insumos, que al ser vendidos en el vecino país, obtienen sumas de dinero que no encontrarían en Venezuela en ningún oficio.
Control de territorio
Palomino recordó que durante el cierre de los puentes, más de 45 mil personas se movilizaban por más de 23 pasos informales, quienes sufrían de la extorsión “por parte de sujetos ajenos al código penal quienes exigían dádivas para cruzar al otro lado de la frontera” dijo.
Mencionó que grupos irregulares como, La Línea, La Frontera, Los Rastrojos, Urabeños, EPL, ELN, mantuvieron el control y se generaron enfrentamientos por el manejo del territorio, no obstante, el cierre de las trochas “ha permitido mejorar la seguridad en la frontera” precisó.
Ve como un gran desafío mantener el control, pero con la ayuda de las brigadas caninas y las unidades expertas en atención a desastres, “mantendremos el control pues es lo que nos exige la Constitución y la ciudadanía” aseveró Palomino.
El coronel agregó que los uniformados permanecerán a lo largo y ancho del eje de frontera, con el fin de preservar la tranquilidad y calma en la frontera colombo-venezolana.
Maryerlin Villanueva / Diario Católico