“Cuentan que mientras oraba en su habitación se le apareció Jesús, le puso las manos al cuello y lo besó. Antonio recibió esta gracia extraordinaria por lo que mantuvo su alma limpia incluso del más mínimo pecado reconfortando su espíritu con el amor extraordinario a Jesús”
La devoción a María como Madre de la Iglesia tiene profundas raíces históricas y teológicas. Este título ha estado presente en la sensibilidad de grandes figuras de la Iglesia como San Agustín y San León Magno, así como en papas como Benedicto XV y León XIII
Por su convicción y su responsabilidad evangelizadora fue llamado el “Apóstol de Alemania”, sumado a la fundación y organización de iglesias lo que lo hacía merecedor de ser un misionero y reformador de las creencias mundanas de los habitantes
“Muchos hombres en este mundo afligen al Señor. Yo deseo almas que lo consuelen para suavizar la ira del Padre Celestial. Yo deseo, con mi Hijo, almas que repararán con sus sufrimientos y pobreza por los pecadores e ingratos”