La V Conferencia del Episcopado Latinomaericano y del Caribe en Aparecida fue la primera en presentar iniciativas para promover una pastoral urbana (Cfr. A 517-518). Desde allí, les presento la siguiente reflexión.
¿Qué es lo particular de un ambiente urbano?
Un ambiente con creciente urbanización y complejas categorías sociales, económicas, políticas y culturales (pobres, clase media y élites), donde se hace urgente una espiritualidad de encuentro, fraternidad, gratitud, misericordia y solidaridad.
¿Qué se debe hacer?
1º Abrirse con Conversión Pastoral a nuevos estilos y lenguajes que ayuden a encarnar el Evangelio en la ciudad, transformando las parroquias en comunidad de comunidades, que cada Parte (Comunidad Eclesial de Base – CEB) se sienta parte del Todo (Parroquial), lugar donde se enseña, santifica y se dirige pastoralmente. Es necesario integrar la Sagrada Escritura, la celebración litúrgica, la vida de la comunidad.
2º La Palabra se anuncia con alegría presentando lo que el Señor ha hecho en nosotros, con la base de una profunda formación que lleve a dar respuestas en la evangelización, no desde opiniones personales, sino desde lo que la Iglesia enseña y profesa desde su Tradición y Magisterio.
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3º La Pastoral de la Acogida dirigida a quienes llegan a la ciudad desorientados buscando integrarse a una comunidad, al igual de quienes están lejos con nuevas estrategias como visita a las casas, urbanizaciones, edificios con la iniciativa de bendecir sus hogares y tener un primer encuentro de invitación, permitiendo luego momentos estratégicos de encuentro personal cercano en la cotidianidad.
4º Acompañar el cuidado de los caídos a lo largo del camino que encontramos en hospitales, cárceles, situación de calle, adictos a drogas o alcohol, habitantes de las periferias y en la nuevas urbanizaciones y familias desintegradas con dificultades de roles y funcionalidad.
¿Cómo desarrollarlo?
1º Un estilo pastoral adecuado en lenguaje, estructura, prácticas pastorales y horarios.
2º Un plan pastoral orgánico y articulado que integre en un proyecto común a las parroquias, CEB, movimientos, comunidades religiosas e instituciones eclesiales, donde el objetivo sea llegar al conjunto de la ciudad.
3º La sectorización de la parroquia en CEB que permita la cercanía y atención. Así como crear estrategias para llegar a lugares cerrados como urbanizaciones, condominios, edificios.
4º. Un proceso formativo permanente que alimente la fe de los discípulos misioneros integrando conocimiento, sentimientos y comportamiento. Asimismo, eventos multitudinarios que movilicen la ciudad, haciendo sentir que la ciudad es un conjunto, respondiendo a la afectividad de sus ciudadanos desde un lenguaje simbólico transmitiendo el Evangelio.
5º Un servicio de atención, acogida personal, dirección espiritual y sacramento de la reconciliación que responda a la soledad, las heridas psicológicas propias de los citadinos, que anime a mejorar las relaciones interpersonales, como faro de luz en una ciudad oscura.
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6º Una mayor presencia a través de agentes de pastoral formados en los centros de decisión de la ciudad: estructuras administrativas, organización comunitaria, gremios de profesionales y obreros, esto con el fin de buscar el bien común y promover los valores del reino. Esto requiere una atención especializada en categorías: profesionales, empresarios y trabajadores.
7º Una pastoral que ofrezca servicios que respondan a actividades propias de la ciudad: el trabajo, la recreación, el deporte, el turismo, el arte…
En síntesis, son tres las categorías pastorales a tener en cuenta: la descentralización evangelizadora en pequeñas comunidades asociadas en comunidad, la formación adecuada de presbiterios y agentes de pastoral en esta realidad y la presencia de laicos en los centros de decisión que ayude a construir una sociedad más humanista, donde se evidencie la presencia de discípulos misioneros urbanos, con conversión pastoral en clave de discernimiento.